jueves, 17 de julio de 2014

En Diagonal: Fotografía para la memoria colectiva

Hoy vuelvo a pubicar en Periódico Diagonal casi un año después de mi última colaboración. Cuento la historia de un nuevo proyecto de fotoperiodismo independiente impulsado por cinco reporteros gráficos de reconocido prestigio internacional. Han pedido financiación a través de una campaña de crowdfunding y ya llevan más de 20.000 euros recaudados (https://www.indiegogo.com/projects/me-mo-magazine). Su objetivo, según Guillem Valle, uno de sus impulsores, "generar la memoria colectiva a través de las imágenes, documentando la realidad que nos rodea".

A continuación comparto el texto completo del reportaje:


Fotografía para la memoria colectiva

Gracanica, Kosovo. Una mujer mira al horizonte con la desconfianza propia de quien lo ha perdido todo. Alepo, Siria. Un hombre dispara su fusil mientras se protege tras una barricada en una ciudad devastada. Son dos de las muchas dramáticas escenas captadas por las lentes de un intrépido grupo de fotoperiodistas que se acaba de embarcar en una nueva aventura. Me-Mo, memoria en movimiento, es el nombre de la nueva revista digital lanzada por los fotógrafos Guillem Valle, Manu Brabo, Fabio Bucciarelli, Diego Ibarra Sánchez y José Colón para desafiar las leyes del precario mundo del periodismo actual. Gracias a una exitosa campaña de micromecenazgo, los jóvenes freelance han podido materializar una idea concebida desde hace dos años para analizar en profundidad cuestiones olvidadas por los grandes medios y contribuir a la generación de la memoria colectiva.

 Tras haber presenciado la declaración de independencia de Kosovo en 2008, Guillem Valle regresó a la antigua región yugoslava para explicar visualmente el sufrimiento de los desplazados serbios en un territorio dominado por albaneses. Gracanica, una localidad famosa por su histórico monasterio ortodoxo alberga a miles de serbokosovares que huyeron de la violencia para refugiarse en improvisadas viviendas en forma de contenedores. El gesto fruncido de la anciana retratada por Valle refleja un sentimiento: miedo. El miedo es precisamente el tema monográfico que abordará el primer número de Me-Mo, cuya publicación se prevé para finales de septiembre. “No creemos que mediante la fotografía podamos cambiar las cosas, pero sí que podemos generar la memoria colectiva a través de las imágenes, documentando la realidad que nos rodea”, asegura Valle, ganador del prestigioso premio World Press Photo. Este catalán de 30 años afirma que Me-Mo surge como alternativa a los medios de masas para “proporcionar una herramienta diferente que ofrezca más profundidad en las historias”. Además, Valle reconoce que la incertidumbre laboral que acompaña a los freelance también ha influido en el nacimiento de la revista. “Llevo haciendo fotos 15 años y nunca he tenido la sensación de no ser precario. No se valora el trabajo ni el esfuerzo que cuesta”, denuncia este reportero que ha colaborado con el New York Times y que fue el primero en captar la instantánea del cadáver de Muamar el Gadafi en la ciudad libia de Misrata.

En el conflicto libio también estuvo Manu Brabo, ganador de un premio Pulitzer por su trabajo en Siria para Associated Press. En Alepo, el fotógrafo asturiano pudo inmortalizar imágenes como la del combatiente rebelde que se enfrenta al ejército de Bashar al Asad en una solitaria y arrasada calle de la milenaria ciudad mercantil. Aunque asume que la precariedad laboral que acompaña a los fotoperiodistas de guerra se va a mantener, Brabo aspira a que Me-Mo le permita “mantener el control de todo el ciclo de trabajo, desde la preproducción hasta la publicación”. El gran cambio que el nuevo proyecto le proporcionará a él y a sus cuatro compañeros es que “no estaremos sujetos al anunciante, ni a la ideología de un empresario, ni a la inmediatez, ni a los temas de moda”.  Se trata, por tanto, de independencia. Un privilegio que, según Brabo, tiene su precio: “el periodismo independiente y de calidad hay que pagarlo”.

Ese precio será, a falta de la decisión final, de cinco euros. Tal será el coste de cada número de la revista, que será en inglés y estará disponible sólo para descargas en tabletas y teléfonos inteligentes. Dicho formato impedirá que aquellos que no poseen un dispositivo de última tecnología puedan acceder a la revista, pero facilitará la inclusión de contenido multimedia como vídeos o mapas que mejorarán la contextualización y profundización de los temas monográficos.  La periodicidad también está por definir, pero será en principio cuatrimestral. Para conseguir la ansiada independencia económica, la revista carecerá de publicidad. Aparte de los ingresos procedentes de las descargas, la autofinanciación proviene de la campaña de crowdfunding con la que los autores han recaudado 15.000 euros que servirán para pagar la licencia de software y la remuneración de los fotógrafos y diseñadores durante un año. Según Brabo, “la clave es que el esfuerzo y los recursos puestos en nuestro trabajo tengan salida, pero lo ideal sería que el proyecto se pudiera mantener y nos diera para sobrevivir”.

El proyecto, gestionado por sus impulsores mediante asambleas por videoconferencia, es una nueva iniciativa de jóvenes reporteros autónomos que busca arrojar luz en un mundo del periodismo cada vez más desprestigiado. Mostrar el sufrimiento anónimo de una anciana desplazada en Kosovo o la lucha armadade un rebelde en un país árabe es la particular forma de este grupo de fotógrafos y amigos de, como explican en su web, “contar historias y usar la narrativa siempre con los derechos humanos y la discriminación social como trasfondo, enseñando siempre la cara oculta de la historia”.