Creada en 1941 bajo la administración colonial francesa, la Caja de Compensación es un fondo estatal cuya función es estabilizar los precios de los productos de primera necesidad y salvaguardar el poder adquisitivo de los consumidores. Vista por sus detractores como un instrumento del régimen para comprar la paz social, que beneficia sobre todo a las grandes multinacionales, y por sus defensores como un dique contra la pobreza, la reforma Caja de Compensación se ha convertido en uno de los puntos más calientes de la agenda pública marroquí.
El deterioro económico que sufre el país y la necesidad de recurrir a nuevos préstamos de instituciones financieras internacionales obliga al Gobierno del Partido de la Justicia y el Desarrollo a llevar a cabo recortes que alivien el gasto público. Además, los costes de la Caja se han disparado, pasando de 29,8 mil millones de dírhams en 2010 a 53 mil millones en 2012 (4 mil setecientos millones de euros), es decir, una quinta parte del presupuesto anual marroquí. En este contexto, el ministro de Hacienda Najib Boulif anunció en enero de este año una reforma del fondo que aligeraría el gasto a la mitad. El Estado dejaría de subvencionar los productos básicos de manera generalizada para entregar directamente mil dírhams mensuales (90 euros) en especie a las dos millones de familias más necesitadas de Marruecos.
No obstante, no está claro si el proyecto se materializará finalmente debido a la fuerte oposición que ha encontrado. Por un lado, la reforma perjudicaría a las empresas extranjeras implantadas en el país, que perderían unos 30 mil millones de dírhams al año (dos mil setecientos millones de euros). Por otro lado, se teme un estallido social ante el más que probable empobrecimiento de las clases medias. Los disturbios tras una manifestación en Marrakech en contra de la subida del precio de la luz son un indicio del posible desbordamiento. En cualquier caso, el primer ministro Benkirán lo tiene claro. “No abandonaré esta reforma, cueste lo que cueste”, ha asegurado.
Manifestantes hacen huir a la policía durante una protesta en Marrakech el 28 de diciembre de 2012.
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