lunes, 27 de diciembre de 2010

¿Deflación?, sí gracias


El autor explica cuáles son los riesgos de la deflación y defiende la caída de los precios desde el punto de vista del decrecimiento económico.


JM RIVADENEYRA / Desazkundea [Decrecimiento de Euskal Herria]
Lunes 20 de diciembre de 2010.  Número 139  Número 140
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Ilustración: Le Corbeau.
La deflación es la pesadilla de los economistas. Es uno de los fenómenos que pueden aparecer durante las crisis de sobreproducción, como la actual: al haber más oferta que demanda, los precios en lugar de subir (inflación), bajan. El problema es que la deflación induce a reducir el consumo, ya que sale más barato retrasar las compras. Y el consumo es la gasolina de la economía capitalista: si no hay consumo, hay que reducir la producción y todos pierden: las empresas reducen sus ventas, las inversiones y su plantilla (y, a menudo, sus beneficios), los Estados su recaudación, y los trabajadores acaban en el paro.
Si en una crisis se llega a producir deflación, se entra en una espiral de destrucción del tejido productivo y ahondamiento de la crisis de la que es muy difícil salir. Es lo que le ocurrió a Japón en los ‘90 en lo que se conoce como la “década perdida”. De esa experiencia no ha salido ninguna fórmula para combatir esta situación. De ahí el pánico a la deflación. Todo este análisis está hecho asumiendo que la única forma de mantener sana la economía es creciendo.

Pero si dejamos de lado el dogma del crecimiento económico, la valoración que se hace de la deflación es muy distinta. Si en lugar de asumir que el objetivo del sistema es maximizar la producción, partimos de que su objetivo es satisfacer las necesidades de la población, todo cambia. Desde esa perspectiva, la deflación se ve como un mecanismo corrector de la sobreproducción al racionalizar el consumo, ya que, en un escenario de deflación, el consumidor tiende a ajustar su consumo a lo necesario.
Y si se consume menos, también se producirá menos, llevando al sistema productivo a su dimensión adecuada. Pero la banca y sus gobiernos no lo ven así, y en lugar de redimensionar el sistema económico, se le quiere devolver a la sobreproducción que ha desembocado en cataclismo.

Por tanto, la deflación en sí no es mala, sino todo lo contrario. Pero, ¿cómo evitar el aumento del paro en una economía en recesión? La respuesta es evidente: repartiendo el trabajo. Los avances técnicos hacen que se necesite mucho menos trabajo que hace décadas para producir lo necesario para satisfacer las necesidades de la población, pero seguimos trabajando las mismas horas diarias que hace casi cien años. ¿Para qué? Para mantener el crecimiento, aunque hace tiempo que éste no sea necesario ni deseable en el mundo occidental. No es necesario, porque producimos más de lo que necesitamos. Y no es deseable porque es materialmente insostenible en un planeta que tiene sus recursos limitados, y porque condena a la población a repartir su vida entre el trabajo para producir y el consumo para sostener esa producción, sin dejar tiempo para un ocio dedicado a las relaciones familiares y sociales, las actividades culturales, lúdicas, etc. Hay que aplicar la técnica no para producir más, sino para hacerlo mejor, en menos tiempo y sin destruir empleo.
Otro aspecto que aterra a los detractores de la deflación es la pérdida de valor de los bienes acumulados, cuyo precio desciende con el tiempo. Pero no hay tal pérdida si el valor que damos a las cosas es su valor de uso y no su valor de mercado. Para entender esto, un buen ejemplo es el de la vivienda.

A quien la compra para vivir en ella, le da igual el valor de mercado que pueda alcanzar su vivienda, puesto que necesitándola para vivir no la va a vender. Y si la vende, el dinero que ingrese será equivalente al que se gaste en comprar otra. Sólo hay pérdida de valor para el especulador que compra una vivienda con la única intención de volver a venderla más tarde y obtener con ello un beneficio, y no para vivir en ella. Uno de los grandes vicios de este sistema es haber convertido absolutamente todo, incluso los bienes de primera necesidad, en mercancía. Sobre esa deformación la deflación tiene un efecto purgante: expulsa del sistema económico los elementos especuladores y no productivos, pues éstos dejan de tener el aliciente de comprar y acumular bienes para revenderlos cuando los precios hayan subido lo suficiente, dado que los precios, en lugar de subir, bajan.

En definitiva, la deflación es una bendición para la economía, un mecanismo de ajuste que redimensiona el sistema productivo y el consumo ajustándolos a los niveles necesarios, y que castiga al sector improductivo de la economía que son los especuladores, encabezados por la banca. Estos ajustes son muy necesarios cuando llevamos décadas aumentado irracional e insosteniblemente el consumo en los países ricos para poder seguir alimentando el crecimiento.

Si no entendemos así la deflación y no reaccionamos en sintonía, reduciendo la producción y el consumo y repartiendo el trabajo, lo vamos a pasar todos muy mal. El edificio económico que hemos habitado en el último siglo se derrumba. Ante ello tenemos dos opciones: intentar el imposible de apuntalarlo insistiendo en las fórmulas de siempre o desmontarlo ordenadamente, apostando por el decrecimiento. De momento, los gobiernos han optado por lo primero, y los cascotes ya están cayendo sobre nuestras cabezas.

jueves, 9 de diciembre de 2010

Alarma: Controladores en paro

Hoy recojo un texto escrito por una controladora aérea en el que muestra las razones por las que su colectivo decidió tomar las drásticas medidas del viernes pasado. Su manera de expresarse no es la más educada, hecho que yo interpreto como muestra de la rabia que acumula en su interior por la situación de su colectivo, que ella ve claramente agraviado.

Tenga quien tenga la razón, me parece importante dar voz también a la otra parte, ya que los medios de comunicación no parecen interesados en mostrar otra opinión que la de los partidos políticos mayoritarios.

Es obvio que los controladores hacen uso de su posición estratégica para presionar al Gobierno y así hacer cumplir sus demandas. Pero, atendiendo a las condiciones que tienen actualmente, es entendible su indignación. Aunque, por supuesto, también se comprende a los miles de pasajeros que perdieron sus vacaciones. La pregunta es, ¿hasta dónde es legítimo que los controladores utlilicen su capacidad de presión, teniendo en cuenta que haciéndolo perjudican a un gran número de personas que nada tienen que ver con el tema? Leed y juzgad vosotros mismos.


En lugar de leer los periódicos pagados por el gobierno lee el Boletín Oficial del Estado, ahí está todo y luego decides lo que te crees y lo que no.
 Otro dice que vivimos en un estado de derecho. Pues va a ser que no. El primer decreto ley que nos cascaron anuló nuestro derecho a la negociación colectiva violando la Constitución. Pues ahí está.
Me abren dos expedientes disciplinarios por escribir una mariconada de blog. Tengo dos juicios pendientes, que cada cosa que vosotros tenéis por ley yo tengo que ganarla en los tribunales y eso si tengo suerte, que si no me jodo, porque soy controladora y no se me aplica ni de coña la misma justicia que a vosotros lo creáis o no.
Mis huelgas las pactan sindicatos en los que no hay ni un controlador y me nombran servicios mínimos del 120%. Si eso es tener derecho a la huelga que baje dios y lo vea.
Ponemos a la opinión pública en nuestra contra: mentira, siempre lo ha estado porque nadie se ha molestado en escuchar los argumentos y datos que llevamos dando un año. Sólo oyeron 360.000 y no pasaron de ahí.
¿Para qué cojones creéis que nos han cascado tres decretazos y una orden ministerial?
En el primero nos ampliaron la jornada por el morro en seiscientas horas al año, que está de puta madre.
Nos crujieron el sueldo y resulta que todos sabéis lo que yo gano porque lo dicen en la tele. Pues tampoco es verdad ni por los cojones. No gano 200.000 euros al año por mucho que diga el ministro. Ni eso ni la mitad.
Si os molestaseis en mirar mejor, veríais que hace nada la directora de navegación aérea se soltó el moño diciendo que pedíamos más dinero saliendo de una reunión de la que existe un acta en la que no figura semejante petición. Un juez la obliga a retractarse, pero vosotros sólo oís lo que os da la gana. Y somos los malos para variar. Y de éstas hay mil.
Hemos presentado cientos de demandas por incidentes de seguridad, por irregularidades de todos los calibres. Van a parar al fondo de un cajón. Estamos recurriendo a tribunales europeos porque lo de España es el coño de la Bernarda.
En el segundo decretazo nos quitaron los descansos y se concedieron barra libre para ponernos a currar como animales y nos obligan a estar disponibles 365 días al año, 24 horas al día. Esto se lo comento a los médicos que me dicen gilipolleces, que ninguno curra todos los días.
Me obligaron a trabajar doscientas horas al mes a turnos de mañana, tarde y noche. Y para el subnormal que dice que trabajo como todo el mundo 40 horas a la semana, eso son 160. O sea, que yo trabajo el equivalente a cinco semanas en un mes de cuatro, cuando por ser trabajo a turnos debería currar bastante menos.
Al que le salga de los huevos que se lea cualquier estudio del efecto del trabajo a turnos sobre el organismo. La mitad de los que me ponéis a caldo dormís mal dos días y estáis hechos una mierda. Yo llevo haciendo turnos sin rechistar catorce putos años, así que no me jodáis.
Y es muy fácil imaginar mi curro desde vuestros sofás, durmiendo ocho horitas cada noche. Si venís a currar conmigo a turnos un mes en una semana no podéis con vuestros huevos.
No somos controladores suficientes, y es lo que hay. No damos abasto coño. No os queréis enterar. Nos exigís currar todos los días para tener vuestros putos puentes y vuestras putas vacaciones. ¿Dónde cojones dice que seamos vuestros esclavos? ¿Por qué vosotros tenéis todos los derechos del mundo y nosotros NINGUNO?
A pesar de que nos aumentaron un huevo las horas, como los de AENA son unos inútiles nos hicieron currar como putas en verano y se quedaron sin sus propias putas horas. Y yo no puedo trabajar por encima de lo que estipula la ley porque me meten en la cárcel.
Solución: otro decretazo, el de hoy, que hace desaparecer vacaciones, bajas, permisos, reducciones de jornada por maternidad etc y así salen horas por un tubo. Y con efecto retroactivo, que ya es para cagarse.
Vuestro puente de puta madre, y yo curro dieciséis meses al año.
Me decís que pobrecitos vuestros parientes, que no podéis ir a verlos. Yo he tenido UN fin de semana libre en nueve putos meses. Han operado a mi madre tres veces y la he visto cinco días.
Y os atrevéis a decirme que vuestras familias son más importantes que la mía.
Y ahora viene la mierda de los militares. Somos dos mil civiles, y no hay ni doscientos controladores militares aprovechables para hacer nuestro trabajo. Controlar no es conducir, y para que un militar haga mi curro tiene que saberse mi espacio aéreo, mis procedimientos, la geografía de mi zona de pe a pa. O sea, que necesita un par de mesecitos o más. Sin contar con que yo muevo sesenta aviones a la hora y ellos no pillan ni la cuarta parte. Por no decir que van tiesos de inglés para vuelos comerciales (…)
El que quiera ser un esclavo que lo sea, no me contéis que vuestros curros son peores,  espabilad y luchad en lugar de lloriquear, pero yo defiendo el último derecho que me queda, que es el de pelear por recuperar mis derechos (lo que vosotros llamáis privilegios, que manda huevos) y mi dignidad profesional y personal.
Y si lo consigo bien y si no me largo del curro. Haceos controladores vosotros y así os curráis los puentes unos a otros y tan ricamente. Os va a encantar.
Mola que sólo a una persona le haya llamado la atención que en todo este tiempo no se haya oído a los controladores. No nos dejan hablar en la tele ni salir en los periódicos porque al Gobierno no le interesa que se conozca nuestra versión. Sólo tenéis la suya.

http://controladoresareosyotrashierbas.blogspot.com/2010/12/ver-si-nos-entendemos.html

miércoles, 1 de diciembre de 2010

Internet, el AK-47 del siglo XXI

En los últimos tiempos hemos comprobado el poder de Internet. Una simple página como Wikileaks ha puesto en entredicho la seguridad de los documentos clasificados de la inteligencia norteamericana. Una superpotencia mundial amenazada por las filtraciones aireadas en un sitio web que la expone para que cualquier persona con acceso a la red pueda verlas.

Esto demuestra el potencial de la herramienta que conocemos como Internet. Una red que conecta a todo el mundo con el único requisito de poseer un terminal y una conexión apropiadas. Afortunadamente, hasta el momento esos elementos están al alcance de la gran mayoría de personas que, con mayor o menor dificultad, pueden acceder a Internet. Sobre todo en el contexto urbano de los países desarrollados.

La red posibilita el intercambio instántaneo de información entre personas situadas en cualquier punto del globo terráqueo, por lo que podría ser un instrumento esencial para impulsar un cambio social, político o económico, al facilitar la organización de personas que disienten con el régimen establecido. Además, hitos como el de Wikileaks aportan transparencia al mundo en que vivimos. Nos permiten entrever lo que las opacas altas esferas deciden y sus verdaderas motivaciones, escapando así del férreo control mediático al que someten a los supuestos informadores. Y es que si los medios de comunicación de masas son empresas con ánimo de lucro que responden a los mismos postulados que los gobernantes (económicos y políticos), ¿cómo van a informar imparcial y objetivamente sobre los hechos que acontecen? Mienten. Muestran solo la información que conviene a los magnates que los controlan. Esconden todo aquello que podría arrebatarles su posición privilegiada. Internet podría ser la solución a este problema.

sábado, 27 de noviembre de 2010

Fe contra Modernidad. Historia de un cisma


 
Hace unas semanas España recibió una visita ilustre. Una de las personas más influyentes del mundo se ha dado una vuelta por Santiago de Compostela y Barcelona, probablemente tratando de reavivar la llama de la fe en un país que siempre ha sido el más sólido bastión del catolicismo. Efectivamente, es de Joseph Ratzinger, el actual Papa, de quien hablamos.
Muchos son sus detractores, pero también muchos sus fieles. Numerosas han sido las muestras de protesta ante la venida del jefe de la Iglesia de Roma. Manifestaciones en favor de los anticonceptivos, el aborto o los homosexuales han copado las actividades del sector laicista del Estado. Mientras, otros se reunían en torno a misas masivas para oír con sus propios oídos al Santo Padre. Dos actitudes enfrentadas. Dos mentalidades diferentes: una abraza la tradición, la otra rechaza la imposición.

Hace unos meses, recién ocurrido el terremoto de Haití, un importante eclesiástico español declaró que “existen males mayores que los de esos pobres de Haití; nosotros también deberíamos llorar por nuestra pobre situación espiritual, por nuestra concepción materialista de vida, quizás nuestro mal es más grande que el de aquellos inocentes”. Esta afirmación causó un gran revuelo. A su autor le llovieron críticas por todos lados, al comparar una tragedia que dejó más de 150.000 muertos -y un país devastado- con la crisis de valores que invade Occidente. Aunque la comparación fuera efectuada en el momento más inoportuno posible, y además por un miembro del sector más rancio de la Iglesia, no conviene dejarla de lado. Salta a la vista la profunda grieta espiritual que se ha abierto en la mentalidad del hombre moderno.

Una vez que el ser humano pudo despojarse del yugo de la religión comenzó a pensar libremente. Esa capacidad para razonar sin trabas dogmáticas facilitó el desarrollo científico, que a su vez propició –no sin sangrientas revoluciones de por medio- la expansión del bienestar social. En otras palabras, de no ser por el proceso de secularización vivido en Europa a partir del siglo XV hoy en día seguiríamos viajando a lomos de un burro y cenando a la luz de una vela.

No obstante, la victoria de la razón frente al dogma también trajo consecuencias negativas. Se abandonaron valores como el de la caridad hacia los necesitados, tan arraigados en el cristianismo antiguo -producto de la desvinculación entre actos mundanos y salvación ultraterrena-. Abonándose así el terreno para el capitalismo salvaje del siglo XIX. La secularización colaboró también en ese “terror del capital”, pues creó en las personas la sensación de tener que satisfacer sus deseos en su vida terrena, sin esperar al paraíso post mortal. Ese ansía por satisfacer los deseos terrenos se tradujo en una búsqueda incesante de beneficio, lo que a su vez justificó el sistema económico actual, basado en la continua acumulación de capital.

Si a todo ello añadimos la irrupción del darwinismo social, legitimador de las desigualdades sociales al atribuirlas a una condición “natural” del ser humano –los individuos más fuertes triunfan y se sitúan en lo alto de la escala jerárquica, mientras que los débiles se deben contentar con la migajas que los otros dejan-, el panorama que queda no es muy alentador. Sin embargo, la efervescencia revolucionaria del movimiento obrero obligó a las élites a corregir los desequilibrios del mercado y fomentar cierta justicia social. Casualmente, en este gran conflicto entre empresarios y asalariados la Iglesia no dudó en alinearse con los poderosos. Si bien reclamó algunas mejoras en las condiciones de los trabajadores, se opuso frontalmente a los sindicatos de clase, promoviendo el modelo vertical que aúna capital y trabajo bajo su seno. El mismo modelo que impide al trabajador reclamar efectivamente sus derechos. El mismo modelo que Mussolini o Franco hicieron suyo. Gran paradoja: la misma institución que aboga por la defensa de los pobres, por el respeto hacia el prójimo, es la misma que prefiere aliarse con los explotadores antes que con los explotados. Se pone por delante la practicidad de conservar el poder antes que el idealismo de defender los propios principios.

El desarrollo de la sociedad moderna –y postmoderna- modeló seres humanos cada vez más individualizados. El consumo masivo, la televisión, la mercantilización de toda relación social ha provocado una enorme ausencia de valores entre la población. Ya nada importa con tal de obtener beneficio. No importa pisar al compañero, no importa mentir, siempre que con ello se ascienda económica, social o políticamente. Esa ética –o ausencia de-, basada en el lucro individual sin importar el cómo, es la consecuencia del sistema económico capitalista, cuya lógica se basa en el “sálvese quien pueda”. Quizá es de esta crisis de valores de la que hablaba el religioso español que antes mencionábamos, o quizá no. Quizá él se refería a los valores por los que se ha regido su institución a lo largo de los siglos, bajo los cuales ha engañado a los ignorantes, quemado en la hoguera a los disidentes o pactado con los terratenientes, a pesar de que llevando a cabo todas esas acciones no haya hecho más que contradecir lo que su gran venerado Jesucristo dijo.

La confluencia del auge del individualismo capitalista con el desencanto hacia la Iglesia Católica ha provocado que las parroquias españolas estén cada día más desiertas. No sabemos si la preocupación del clero nacional se debe tanto a la crisis materialista que empuja al infierno a todas nuestras almas como al vaciamiento de sus arcas que ello provoca.

En cualquier caso, la visita del Papa a España pone de manifiesto la existencia de un país dividido. Él mismo comparó en el avión que le llevaba a Galicia la situación que hoy vivimos con la que reinaba en los años 30 del siglo pasado. Aunque muy exagerado, ese paralelismo se puede aplicar a las diferentes manifestaciones que últimamente tienen lugar en nuestro territorio. Marchas masivas por la defensa de la familia tradicional frente a colectivos que luchan por la laicidad del Estado, la ampliación del aborto o los matrimonios homosexuales. El choque entre fe y modernidad está asegurado.

martes, 26 de octubre de 2010

Viaje al culo de Europa

Este verano realicé junto a tres amigos un viaje alrededor de los Balcanes. Recorrimos cinco de las seis repúblicas que hace no mucho formaban la Yugoslavia de Tito. Este relato se centra en los días que pasamos en Bosnia-Herzegovina, concretamente en nuestro paso por Srebrenica. Este pueblo, situado en los Alpes Dináricos, es conocido por la horrible matanza que en él se produjo en julio de 1995. Justo quince años antes de que nosotros pasaramos por allí, el ejército serbo-bosnio, liderado por el general Ratko Mladic, tomó la localidad durante la Guerra de Bosnia y, pese a ser una "zona segura" protegida por cascos azules, perpetró una masacre que acabó con la vida de más de 8.000 personas, todos varones de religión musulmana (confesión mayoritaria entre la población de Bosnia-Herzegovina). Lo que a continuación se presenta son las experiencias que esa visita causó en nosotros. El texto fue escrito en Split, frente al intenso azul del mar croata, pocos días después de visitar Srebrenica. Las fotos fueron tomadas por uno de mis compañeros de viaje, por uno de mis compañeros de vida: Víctor.



21 y 22 de julio de 2010
Amanecemos en el hostal de Sarajevo. La mala noticia de que el único bus a Srebrenica salía a las siete de la mañana nos desanima un poco, pero no tardamos en buscar soluciones. Luna tiene la mejor idea: alquilar un coche. Cuando vamos al punto de información para preguntar por el Rent-a-car más cercano nos enteramos de que en Bosnia se necesitan meses de antelación para poder alquilar un coche. Sin embargo, obtenemos una buena noticia: hay otro bus a Srebrenica a las 15:30. Nos ponemos en marcha.


Camino a la estación conocemos a Samira. Casualidades de la vida, su marido forma parte del ayuntamiento de Srebrenica. En medio de una gran ciudad como Sarajevo tenemos la suerte de topar con alguien que conoce a la perfección el pequeño pueblo al que nos dirigimos, aunque al final Samira no nos será de gran ayuda.


Tras cuatro horas de curvas, baches y sospechosos carteles rojos a la entrada de los bosques (probablemente alertando de la presencia minas) llegamos al ansiado destino: Srebrenica. Un pueblo fronterizo entre Bosnia y Serbia en el que se produjo la mayor masacre europea desde la desde la Segunda Guerra Mundial.


De repente nos vemos solos en medio de una rotonda y con cientos de ojos posados sobre nosotros. La gente del pueblo no parece haber visto un turista en su vida. Lo primero que hacemos es asegurar nuestra supervivencia: comprar toallitas con sabor a naranja en el supermercado. Lo segundo, buscar un techo bajo el que dormir y averiguar cómo podríamos salir al día siguiente de ese pueblo perdido.


Tras ser rechazados e ignorados hasta en la comisaría de policía, perdemos toda esperanza de encontrar un refugio para pasar la noche lejos de mosquitos, ladrones y el frío nocturno. Todo apunta a que dormiremos en la calle.


Pero si algo hemos aprendido en este viaje es que la suerte existe y nosotros la tenemos como compañera. Quién lo iba a decir, la bandera que durante tantos años hemos rechazado es la que nos facilitará pasar una noche inolvidable. La pegatina rojigualda con un toro bravo en el centro, pegada en el culo de un coche azul, nos da fuerzas para ir a preguntar una vez más si alguien nos acoge gratis en su casa. El coche que parecía ser de un español resulta pertenecer a un bosnio emigrado a Austria, de vuelta a casa por vacaciones: Omar. Sentado en el porche de su casa, acompañado de una botella de rakia (licor balcánico) y de su vecino serbio que parece haberse bebido otras dos. Semidesnudos (entendible por el intenso calor de la noche estival y por el alcohol ingerido) nos abren las puertas de su casa y nos invitan a beber con ellos. Qué más se puede pedir. En pocos minutos hemos pasado de la resignación de tener que dormir en la calle a la satisfacción de tener casa y compañía.


Pasamos las horas entre Jelens (cerveza serbia), rakia, medicina sueca, pollo-mortadela y muchas risas. La comunicación es difícil, solo Srdjan, el vecino serbo-bosnio, chapurrea un poco de inglés. Además de su idioma natal, Omar domina el alemán, y Srdjan, el ruso. Pero gracias a las señas y a la voluntad de entendimiento todo es posible.


Una noche de contrastes. Promesas de envío de camisetas del Atleti mezcladas con amargos recuerdos de la guerra. Resulta que el padre de Omar fue una de esas 8.372 vidas que fueron barridas de la faz de la Tierra por el capricho de un general enfermo. La vida no vale nada cuando se topa con grandiosas ideas patrióticas.

Con sentimientos mezclados nos vamos a la cama. Y cuando digo cama digo tres cojines en el suelo. Todo un lujo, sin duda, teniendo en cuenta las circunstancias.

El día siguiente comienza temprano. Omar ha prometido llevarnos al Memorial por las víctimas de la masacre de 1995. Desayunamos té austríaco mezclado con miel bosnia. Será lo más dulce que probaremos en esa amarga mañana. Quince años después de la culminación de la sinrazón humana, el cementerio de Potocari (pueblo vecino de Srebrenica en el que se encuentra el Memorial) sigue oliendo a muerte. Todo cuanto se respira en él es tristeza y desolación. Una interminable lista de nombres sirve para recordar a los desdichados que tuvieron la mala suerte de encontrarse en el lugar y el momento equivocados. En el fondo, la religión, raza o nacionalidad es solo una excusa para que los psicópatas lleven a cabo sus planes. En el momento en que la vida humana es despreciada en favor de una horrible empresa como era la construcción de la Gran Serbia, el futuro no tiene sentido. La raza humana es tirada por el retrete. Sin embargo, la grandeza de la humanidad resurge cuando la gente de a pie no se deja contaminar por esos falsos delirios de grandeza. Omar y Srdjan lo demuestran. Amigos a pesar de pertenecer a comunidades enfrentadas y separadas por un enorme charco de sangre.


Visitamos el Memorial de las víctimas y la fábrica donde fueron hacinadas y posteriormente masacradas. Muchas emociones afluyen a nosotros. Ninguna es positiva.


La amargura alcanza su punto álgido después de ver un documental sobre aquellos días de julio del 95. Lágrimas, visibles o invisibles, corren por nuestras mejillas. Quince años son muy pocos. 8.372 personas son demasiadas. El motivo tan absurdo provoca que la rabia sea inmensa. La civilizada Europa permitió esto. Europa da asco.


Al salir del Memorial las cosas parecen diferentes. Aunque conocíamos la historia, no es lo mismo vivirla desde dentro. Srebrenica nos ha tocado la fibra. Pero ahora toca volver a casa de Omar, recoger los macutos y volver a Sarajevo para continuar el viaje. Tenemos la suerte de que un chico nos recoge en su choche y nos acerca allí donde vamos. Al fin y al cabo lo que importa son las personas. La gente corriente y su generosidad. En el mismo pueblo en el que ocurrieron cosas terribles, otras cosas maravillosas suceden. Personas que confían en extranjeros desconocidos y los montan en sus coches, les permiten dormir en sus casas, les cuentan la triste historia de sus vidas, comparten experiencias. Esa es la esperanza que nos queda. Nunca todo es desgracia. Siempre quedará una llama que nos permita alumbrar el camino.


Jaime

Fotos: Víctor Martín Gómez

sábado, 23 de octubre de 2010

Apesta


     Como ya decíamos, el mundo en el que vivimos se asienta sobre las más irrisorias ficciones. Ficciones que adquieren tintes de verdades absolutas, pero que en el fondo no dejan de ser castillos de papel con cimientos de plastilina. Este mundo patas arriba en el que los cuerdos son encerrados en psiquiátricos mientras los lunáticos llevan las riendas nuestros destinos, también lo comentábamos, encuentra un resquicio de esperanza en las jóvenes generaciones ansiosas de construir un mundo mejor. No hay mejor ejemplo de ello que lo que acontece en estos momentos en el vecino del norte. La juventud francesa ha tomado las calles para reivindicar su derecho a tomar parte en las decisiones que modelarán su futuro. Alrededor de 500 institutos de secundaria cerrados así lo atestiguan. Sin la mediación de ningún partido político, los jóvenes se manifiestan en París, Lyon o Marsella para reclamar una vida mejor, alejada de intereses especulativos y servidumbre hacia los que ostentan el poder.

     Mientras, al otro lado del Canal de la Mancha, el nuevo gobierno británico anuncia recortes de gasto público en materia de educación. ¡Qué paradoja! Al mismo tiempo que en Francia el movimiento estudiantil encabeza una revuelta contra las políticas gubernamentales, en el Reino Unido se asfixia a la juventud limitando la inversión en su formación. Empeora así la calidad de la educación pública inglesa, por lo que se favorece al sector privado, allí donde se forman los hijos de las clases pudientes. Las crisis siempre la pagan los mismos: los más débiles. Con la muy manida excusa de recortar el déficit público, los gobiernos cómplices de este tsunami neoliberal, aplican la tijera sobre aquellos sectores menos rentables a corto plazo, como por ejemplo la educación. Además, cuanto peor sea la educación de las clases bajas, menor será su capacidad para darse cuenta de que se pueden cambiar las cosas. Y a la vez, más posibilidades tendrán los hijos de los ricos de reemplazar a sus padres en los puestos relevantes. Es la retroalimentación de esta gran rueda que nunca para de girar. Hasta que vuelque.

     Y es que tarde o temprano la humanidad se dará cuenta de la falta de sentido que este mundo adolece. Un sistema que prima a la mentira sobre la honradez o a la mafia sobre la ética no puede sostenerse eternamente. Compañías como Monsanto, que se dedica a extorsionar legalmente a los granjeros estadounidenses obligándoles a cultivar su semilla patentada transgénica, incurriendo así en una posible intoxicación masiva de la población, al comercializar alimentos manipulados genéticamente y todavía sin testar su salubridad al 100%, son las que hacen que este sistema apeste. Es por ello que la razón humana debe darse cuenta de que existe otro camino. No solo el beneficio económico debe importar, también el futuro de todos nosotros como conjunto humano debe ser tenido en cuenta. Convencer al mayor número de personas posible de que el axioma de la rentabilidad económica no tiene por qué ser la ley divina que rija nuestras vidas es la ambiciosa meta que debe marcarse todo individuo consciente en la actualidad.

Jaime

martes, 12 de octubre de 2010

Una ficción

Una ficción. ¿Es real el mundo que habitamos? Al posar nuestros pies sobre el suelo sentimos la firmeza de la tierra bajo nuestros dedos. Cada vez que respiramos, una bocanada de aire fresco se introduce hasta nuestros pulmones para, más tarde, volver a salir por donde entró. Pruebas sin duda tangibles de que nuestra vida es real, verificable, inexorablemente verdadera. Sin embargo, a cada paso que damos, a cada inspiración que realizamos, multitud de ficciones se cruzan en nuestro camino. Vivimos en un mundo inventado, cuidadosamente colocado para que, si no nos paramos a reflexionar sobre ello, no notemos nada raro en ese ir y venir de ilusiones.

Nos levantamos cada mañana porque el maldito despertador nos avisa de que la hora ya ha llegado. Pero, ¿que es eso de la hora? Un invento. El tiempo, concepto abstracto donde los haya, reducido a horas, minutos y segundos para adaptarlo a las necesidades del devenir humano. La necesidad de enmarcar el desarrollo de nuestras vidas en una cuadricula que facilite la organización de nuestros actos a lo largo de los días. Ejemplo perfecto de la instrumentalización que nuestra especie hace de todo lo que a su alrededor encuentra.


No obstante, ningún ejemplo de ficción puede superar a la gestión que hacemos de los recursos escasos para satisfacer nuestras extensas necesidades, es decir, eso que denominamos economía. Lo que empezó como un tímido intercambio de vacas por ovejas en algún recóndito rincón del planeta ha alcanzado hoy una magnitud tal que se escapa a la capacidad del más brillante intelecto. Una gigantesca rueda que empezó a moverse por necesidad y que ahora arrolla todo cuanto encuentra a su paso, impulsada por un inagotable afán de lucro que parece no tener límites. Pero esa enorme rueda no se asienta sobre terreno sólido. Los campos que atraviesa se asemejan a una ciénaga. En ella aquel ser que se mueve rápido como la serpiente es capaz de deslizarse de una orilla a otra por la superficie. Sin embargo, a nada que se detenga, el lodo comenzará a cubrirla, poco a poco, hasta quedar sumergida para siempre. La rueda económica que conocemos tiene como base la ficción del dinero. Para que el dinero funcione, todos aquellos implicados en un intercambio deben estar convencidos de su validez. Lo que aparentemente es un simple trozo de papel entintado se convierte en el motor de vida de un planeta entero. Una verdadera locura. La ficción de la economía se asienta sobre una palabra clave: la CONFIANZA (sí, sí, esa que miden Moody’s y compañía). Mientras exista confianza todo irá bien. En el complejo juego globalizado actual esta confianza debe darse a nivel mundial. Es decir, si en un país existe poca confianza significará que la demanda es escasa, lo que conllevará un declive de la oferta y esto a su vez una recesión económica. Todo ello implicará la huída de los inversores y la no llegada de otros nuevos, por lo que la situación se agravará. Un círculo vicioso. Si resulta que ese país está inserto en un mercado más amplio (como la Unión Europea), el resto de socios se verán perjudicados por esa mala situación y exhortarán al perjudicado a mejorar su posición para que no arrastre a los demás consigo. Para ello le incitarán a que tome medidas para que haga más competitiva su economía. La medida más rápida consiste en reducir costes, es decir, reducir salarios. Para ello se recortará el gasto social, estrangulando a la población para que se vea obligada a aceptar empleos con peores condiciones. Esta es la sutil maniobra de la clase dominante para postergar su posición de privilegio a expensas de la gran masa adormecida.

Mientras todo esto ocurre en sus narices, la población permanece expectante, tomando los acontecimientos como inevitables y sin pararse a reflexionar sobre su verdadera raíz. A ello contribuye, por supuesto, la televisión, una de las grandes culpables del conformismo y pasividad general.

Si existe un colectivo concreto que podría cambiar las cosas, ese es el de los jóvenes. Nuevos espíritus plenos de fuerzas, que deberían aspirar a un mundo nuevo en vez de contentarse con las viejas estructuras sobre las que se asienta el rancio sistema existente. No obstante, por ahora parece que la caja tonta ha conseguido apaciguar los innovadores sueños característicos de la juventud. Pero siempre queda algún camino. Ante el descontento de la población en general, y los jóvenes en particular, hacia la organización partidista, parece que el mejor recurso posible para tratar de voltear la situación se haya en los movimientos sociales de base. Sin embargo, muchas veces estos colectivos nacidos en, por y para la sociedad civil se ven extremadamente influenciados por visiones sectarias de la realidad, enmarcando los acontecimientos en un determinado enfoque contaminado por ideologías concretas. Ello impide muchas veces el análisis objetivo de los hechos y la consecuente respuesta acertada para contrarrestar la influencia del poder. La clave se encuentra en compensar la muy necesaria organización con la no menos importante libertad de análisis y actuación.

En esas construcciones sectarias de la realidad que impiden la mirada objetiva encontramos problemas como el de la minería. Cierto es que el trabajo en este sector es especialmente arriesgado. Cierto es que los mineros sufren la explotación de su fuerza de trabajo por parte de los dueños de las compañías encargadas de extraer recursos de las minas. Pero no es menos cierto que la minería en España es un sector obsoleto. El carbón no es un combustible eficiente y además es tremendamente nocivo para el planeta. Es necesario un replanteamiento del problema. Dejar de observar la situación desde el prisma marxista de la interminable lucha de clases y aplicar la racionalidad para alcanzar una conclusión objetiva y acertada. Acabar con el lucro ilegítimo de los empresarios al mismo tiempo que preparar a los mineros para que sean capaces de rendir en otra actividad laboral. En definitiva, dejar a un lado las viejas estructuras de pensamiento y organización social para dar a luz una nueva sociedad alejada de dogmas y creencias infundadas.

Jaime

miércoles, 22 de septiembre de 2010

Historia de un fotógrafo comprometido

El pasado domingo la Policía Municipal de Madrid irrumpió en la Casa de Campo con el objetivo de identificar a un grupo de inmigrantes latinoamericanos que se habían reunido allí para comer y pasar su día de descanso. Edu León, fotoperiodista colaborador habitual de “Diagonal”, acudió al lugar con el objetivo de dejar constancia gráfica de la intervención policial. Sin embargo, apenas el fotógrafo se preparaba para realizar su trabajo, los agentes le requisaron la cámara para, más tarde, conducirlo a dependencias policiales como si de un delincuente se tratara. Encerrado durante dos noches en la Comisaría de Moncloa, junto a tres ecuatorianos detenidos también en la Casa de Campo, Edu León fue liberado ayer. No obstante, pesan sobre él los cargos de resistencia a la autoridad y amenazas. Este es el precio de ser un informador de verdad y no un simple lacayo como la infinita mayoría de periodistas hoy en día.

Dos días con sus noches en prisión, a la espera de comparecer ante un juez, sólo por intentar fotografiar una redada policial a ciudadanos extranjeros. Pero esta no es la primera vez que Edu León se mete en problemas. En lo que va de año han sido tres las veces que este fotógrafo ha sido detenido por las fuerzas de seguridad. Siempre por tratar de captar gráficamente las identificaciones masivas e indiscriminadas de inmigrantes en Madrid. Hechos como este ponen en duda la libertad de expresión en España, pese a que siempre se reitere la protección de nuestros derechos garantizados por la Santa Constiución.

Pues bien, la actuación de personas como Edu León deja entrever que ni nuestro sistema es tan democrático, ni las fuerzas del orden son tan escrupulosas en el cumplimiento de la ley. El “todo vale” sigue instalado en la mentalidad de los agentes policiales, que creen poder campar a sus anchas allá por donde pisan. Precisamente para impedir esto sirve la profesión periodística: para vigilar a aquellos que nos vigilan, para denunciar a aquellos que nos embaucan y para combatir a aquellos que nos adormecen.

Desde aquí queremos agradecer a las personas como Edu León su labor comprometida, altruista y combativa, en busca de construir un mundo más humano y más justo. Asícomo al periódico que actúa como altavoz de su esfuerzo: “Diagonal”.

Jaime

Fotografía: Edu León

miércoles, 15 de septiembre de 2010

Manipulados

Gran parte de la culpa de que el mundo de hoy sea como es recae sobre los medios de comunicación. Ellos, responsables de llevar al ciudadano de a pie los hechos relevantes que suceden más allá de su experiencia individual, aprovechan su inmenso poder para manipular la realidad a su antojo. Los periodistas de hoy en día, más que informadores veraces, son escultores de una realidad modelada a imagen y semejanza del interés de sus jefes. Y al hablar de jefes no nos referimos solo a sus superiores jerárquicos en el organigrama de sus empresas de comunicación. Porque en el sistema en que vivimos el jefe de un asalariado es tanto el dueño de su empresa como el banquero que la financia o el político que le concede la subvención. Y más aun en el mercado de la información.

Lejos de llevar a cabo una labor social y ejemplarizante con ánimo de mejorar las vidas de los ciudadanos, los medios de comunicación se limitan a mostrar los acontecimientos desde el punto de vista que más beneficia (o que menos perjudica) al sistema imperante. Infravalorando toda voz crítica, silenciando o injuriando todo acto disidente. Entrar a formar parte de la plantilla de una empresa de comunicación significa tirar a la basura todo principio ético periodístico. Este oficio, que en teoría debería dedicarse a sacar a relucir la verdad por encima de todo, se convierte en mero servilismo hacia la voluntad de aquellos que se encuentran en el poder. Y en una sociedad capitalista, el poder se asienta en un trono llamado dinero. De esta forma, el periodista, lejos de ser como el león que acecha a su presa, se convierte en su perro guardián, fiel escudero del amo.

Si la información es poder y el poder es dinero, la información, por tanto, también es dinero. El día en que las empresas informativas se dieron cuenta de esta ecuación comenzó el fin de la dignidad periodística. Los medios se pliegan ante los anunciantes. La publicidad gana terreno y expulsa a la información. No sólo le quita el espacio en la programación, sino que modifica su naturaleza hasta banalizarla por completo. Los medios son empresas con ánimo de lucro. El beneficio económico se lo proporciona la publicidad. Conclusión: toda actividad mediática se subordinada a su eventual rentabilidad. Aquel programa  que no resulte positivo en términos económicos es inmediatamente descartado. Todo esto conlleva la cada vez más abrumadora presencia de programas del corazón, reality shows, tertulias casposas, noticias de sucesos, etc. que inundan todos los días el espectro televisivo.

Ante todo esto parece que la única solución posible se encuentra en el cambio de modelo de gestión mediática. Crear un sistema que permita a los medios comunicativos no depender de la financiación publicitaria. Conseguir que los informadores cumplan con su deber de trasladar a la población aquellos hechos que afectan a sus vidas, sin distorsión alguna por motivo de intereses económicos egoístas de la empresa. Otorgar, al fin y al cabo, la posibilidad a toda persona de acceder a información veraz, plural, de calidad y completamente ausente de intenciones manipulativas.

Jaime

Imagen de "El Roto"

domingo, 22 de agosto de 2010

Hipócritas

      Hace pocos días una noticia revolucionó a la opinión pública española. Los toros, la fiesta nacional, fue declarada ilegal en una parte del territorio español. La tradición más significativa de un país, por la cual es conocido fuera de sus fronteras, es ahora clandestina en una parte de él. Entre la indignación de unos y el éxtasis de otros, la decisión del Parlamento de Cataluña dio paso a todo tipo de reacciones. Lástima que la gran mayoría de ellas no se puedan inscribir bajo otra bandera que la de la hipocresía.

      Hipócritas unos por clamar por su libertad, poniendo el grito en el cielo por el mancillamiento de uno de sus derechos más elementales, cuando esa misma libertad es pisoteada, apaleada, escupida, violada y vilipendiada una y otra vez sin que abran ni un milímetro sus putrefactas bocas. Porque la libertad es una palabra demasiado bella como para utilizarla con ese fin. Porque la libertad para torturar y asesinar a un animal y hacer escarnio público de ello no merece ser llamada así. No es libre aquel que mata y tortura, sino cruel. Libre es aquel que pudiendo matar y torturar, decide no hacerlo, ejerciendo su responsabilidad como ser humano. Porque si algo entraña la libertad es responsabilidad. Responsabilidad para actuar siguiendo unos valores, unos principios morales previamente recapacitados. Libre es aquel que, pudiendo hacer o dejar de hacer, actúa siguiendo lo que le dicte su conciencia, sin dejarse determinar por lógicas externas. Así pues, la libertad para torturar a animales indefensos, así como la libertad de un banco para exigir el cobro de un crédito a una familia en bancarrota, la libertad de un medio de comunicación para difundir la realidad tergiversada o la libertad de un partido político para engañar a los ciudadanos con el fin de conseguir votos; no son más que falsificaciones del verdadero concepto de libertad. Una libertad irresponsable asimilada por la ciudadanía como un dogma. Combatir estas falacias es la labor del Derecho. En teoría. Por una vez que la ley actúa coherentemente, la aplaudimos. No habrá mas tortura taurina en Cataluña. ¿O sí?


     Hipócritas otros por erigirse en protectores de los seres indefensos y ocultar sus rancios intereses nacionalistas. Juntar a miles de personas en una plaza de toros para que observen y aplaudan cómo un tipo vestido de brillantina se burla de un animal herido y medio desangrado hasta que por fin lo mata con su espada, es tortura. Juntar a miles de personas en la plaza de un pueblo para que se burlen una y otra vez de un animal aterrorizado cuyas astas arden como dos antorchas, también lo es. Que la sangre corra o no: es una anécdota. Lo peor es que un grupo de seres humanos, dotados de un cerebro desarrollado, se divierta con el sufrimiento de un ser aturdido que no goza de nuestras cualidades neuronales. Reírse de alguien inferior es cruel. Y la crueldad es una forma de tortura.

     Hipócritas, por tanto, aquellos que desacreditan una prácticas y toleran otras solo por el lugar donde han sido originadas o por las connotaciones culturales que encierren. Los “toros-antorcha” o “correbous” son una fiesta tradicional de las comarcas del bajo Ebro, autóctonas de Tarragona. Quizá por ello no solo no han sido ilegalizadas al igual que las corridas de toros, sino que el mismo Parlamento catalán trata de reafirmarlas. Del otro lado, las corridas de toros, símbolo inequívoco de la “cultura” española, famosas en el mundo entero y asociadas indisolublemente a este país. Quizá esa sea la razón de su terminación en la Cataluña actual, muy preocupada de avanzar cada día en su catalanidad, aplastando si para ello es necesario cualquier vestigio de rasgo hispano. Perfecta definición de hipocresía: dos mismos hechos son tratados de diferente manera según lo que interese. Se ilegaliza uno clamando por la protección de los animales, se protege otro arguyendo la identidad cultural y nacional.

     Triste mundo este en el que algunos piensan que por cambiar su bandera cambiarán sus vidas. No parecen darse cuenta de que no importa el color o el escudo del símbolo bajo el que se justifique el dominio, lo realmente importante es la existencia de ese dominio.

     Hipócrita es todo nacionalismo ya que esconde bajo su capa de defensor de un pueblo el ansia de diferenciarse de los demás. Si todos somos seres humanos, ¿qué más da nuestro origen? ¿Para qué diferenciarnos con nuevas fronteras que no suponen más que obstáculos a nuestra libertad? Si algún catalán piensa que su libertad de decisión aumentará el día que se independice de España, pobre de él. Mientras el sistema actual siga existiendo seguiremos estando sometidos al yugo del mercado y al yugo del estado. Y de ellos no nos libraremos cambiando el país sino cambiando el mundo.


Jaime

martes, 22 de junio de 2010

Homenaje a Birsa

Olympique de Marsella y Auxerre buscaban arañarse algún punto en su particular disputa por los puestos europeos de la Liga Francesa. Era el minuto 33 y el marcador reflejaba un empate a cero. En la disputa aérea por un balón anónimo se produjo un violento choque por alto entre el punta del Marsella Bacary Koné y Birsa, jugador esloveno del Auxerre. El árbitro, Philippe Malige, no lo dudó un instante y mostró la tarjeta roja directa al jugador local, considerando que había soltado el codo contra el jugador esloveno. Hasta ahí, una acción cotidiana sobre un terreno de juego.

Pero la sorpresa recorrió las gradas del estadio Vélodrome cuando Birsa, en lugar de recrearse en el dolor para evidenciar la sanción a su rival, se fue en busca del colegiado para tratar de persuadirle de que Koné no debía ser expulsado. Tanto se aplicó Birsa en su honesta reclamación, que al final logró su propósito. Malige anuló la cartulina roja y el Marsella siguió jugando con 11 hombres. "No hubo mala intención de Koné. Los dos fuimos a por el balón y él se cayó sobre mí. Pero no pasó nada, por eso pedí al árbitro que no le expulsara", declaró Birsa ante decenas de periodistas que buscaban la explicación a un gesto tan noble como inédito. (Elpais.com)


Siglo XXI. Esplendor del egoísmo. La iniciativa privada en busca de propio beneficio domina por doquier.

Solidaridad con los semejantes, empatía con los diferentes, búsqueda de la justicia: Absurdo empeño en contradecir la corriente principal.

De pronto, cuando menos te lo esperas, surgen destellos en la niebla que parecen iluminar el camino.

El fútbol moderno, perfecto exponente de la lógica del sistema, basada en el continuo y máximo lucro posible sin importar el cómo. No hablo del negocio, de las astronómicas -e insultantes para el resto de los mortales- cifras de dinero que se mueven en cada traspaso de un futbolista importante. Me refiero aquí a la actitud del jugador sobre el terreno de juego. Al asqueroso empeño por arañar el más mínimo beneficio a costa del engaño. No importan los medios con tal de lograr el objetivo. La maquiavélica cita se reproduce a la perfección en cualquier partido de fútbol. Y más en la liga española, donde la mentira es disfrazada de picaresca y la vomitiva actitud engañosa es tolerada e incluso alabada tanto por los aficionados como, lo que es más grave, por los periodistas.

En medio de este gran charco de mierda que es el fútbol competitivo, un tal Birsa emerge para dignificar este deporte. El gesto del desconocido esloveno es uno de esos pequeños actos que se realizan a lo largo de la vida, sin significado aparente, pero que permiten definir a una persona.

La manera en que actuamos en nuestra vida cotidiana determina el tipo de personas que somos. Las palabras se las lleva el viento, los actos permanecen en la memoria. De nada vale exaltar una ideología o criticar continuamente lo que ocurre en la sociedad si luego no se actúa en consecuencia.

Para mí, la mejor manera de ayudar a mejorar el mundo en el que vivimos no reside en vociferar por las calles frases como “proletarios del mundo, uníos”. Esto no son más que engañabobos, triquiñuelas de los ineptos para apropiarse de un poder que les ha sido arrebatado –lo que no quiere decir que les pertenezca-, y que, de hacerse con él, no lo utilizarán más que para vengarse de los anteriores detentores, olvidándose muy pronto de las verdaderas consignas que les llevaron a levantarse. No lo digo yo, lo dice la historia.

Por irrisoria que parezca, mi propuesta para avanzar hacia una sociedad más justa, más consciente y más habitable, no es otra que cuidar esos pequeños gestos. Actuar en nuestra vida cotidiana en coherencia con lo que nos gustaría que fuese este mundo. Actos como el de Birsa son necesarios, ya que se erigen a modo de cortocircuitos para la lógica del sistema. Contradicen el comportamiento mayoritario, alumbrando espacios ajenos a ese poder que parece obligarnos a actuar de una determinada manera. La esperanza es que algún día los cortocircuitos sean tan numerosos que lleguen a ser mayoría, relegando al olvido a las antiguas estructuras de pensamiento.

Tengo la convicción de que el único cambio social verdadero solo será posible a través de la toma de conciencia por parte de los individuos de su potencial humano. La lucha por la supervivencia, el triunfo del más fuerte o la sumisión del débil, son conceptos quizá válidos para la fauna animal que carece de capacidad para razonar. Nosotros, la humanidad, tenemos el poder de pensar, la facilidad para articular ideas que nos permitan avanzar más allá del mero instinto de mantenernos con vida. Esperaré ansioso el momento en que nos demos cuenta de ello y apliquemos nuestra racionalidad a la consecución del bien común, en vez de limitarnos a buscar el propio beneficio, ya sea el individual, el de clase o el nacional.

Recuerda: siempre hay elección.

 
Jaime

martes, 8 de junio de 2010

Bolonia se aplica a golpe de porra


El Espacio Europeo de Educación Superior ha tenido muchos detractores durante su proceso de implantación en las universidades de toda Europa. En el territorio español han tenido lugar brotes de protestas en prácticamente todas las comunidades autónomas con representación universitaria, adquiriendo en algunas de ellas más fuerza de la esperada por las autoridades. El EEES o Plan Bolonia fue implantado en silencio, sin hacer llegar a los ciudadanos lo que las reformas significaban para la educación pública, probablemente con ánimo de minimizar las protestas hacia él. A este oscurantismo ayudaron en gran medida los medios de comunicación, que no se hicieron eco de la llegada del EEES hasta que se iniciaron las acciones contra el mismo. Éstos no se olvidaron de añadir la correspondiente carga de sensacionalismo, resaltando más la violencia puntual empleada por algunos de los manifestantes que la abundante presencia del estudiantado en la reivindicación.

Durante los últimos meses de 2008 y sobretodo al inicio de 2009 los movimientos contra el Plan Bolonia han saltado a la palestra mediática debido a las continuas manifestaciones y ocupaciones de facultades o rectorados. Algunos de estos actos se han saldado con una represión indiscriminada llevada a cabo por las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad. Los medios de comunicación han reconocido este hecho en contadísimas ocasiones. Incluso con la destitución del director general de los Mossos d‘Esquadra por las desmesuradas cargas contra los estudiantes en Barcelona, los medios no han mostrado un rechazo total a las acciones policiales, justificándolas en última instancia por la presencia de “radicales violentos ajenos a los estudiantes” y por la defensa del Estado de Derecho.

El caso más sonado fue el ya citado de Barcelona. En la mañana del 18 de marzo de 2009 la policía autonómica catalana desalojó con violencia el rectorado de la Universidad de Barcelona, que había sido ocupado por los estudiantes en protesta por la implantación del plan de convergencia europeo. Esa misma tarde se convocó una manifestación para condenar la brutal actuación de los Mossos, que fue reprimida aún más duramente dejando un saldo de más de 50 heridos, muchos de ellos periodistas que cubrían la noticia. Pese a la desproporcionada violencia usada por los agentes, los medios de comunicación de masas no condenaron los hechos rotundamente. Expresiones como “los Mossos han vuelto a cargar con dureza”, empleada por Antena 3, son las utilizadas en la mayoría de los noticiarios (a excepción de Telecinco que emplea la palabra “brutal” para referirse a la actuación policial). Así RNE informa en directo de la manifestación: “la policía catalana está reprimiendo duramente la protesta”. En ambos casos se olvida reprobar los actos represivos, este hecho sorprende ante todo por la facilidad que suelen tener los medios para abalanzarse sobre cualquier protagonista de un acto violento (terroristas, ladrones, etc.).

A la de hora de informar sobre manifestaciones combativas u otros actos de lucha social, los medios de comunicación recurren en la mayoría de las ocasiones al desprecio por los que protestan y al elogio hacia los que vigilan. Para ello, claro está, la manifestación tiene que superar el filtro mediático y ser incluida en el menú informativo, hecho que sólo se da si la marcha registra altercados violentos, si es seguida muy masivamente o si forma parte de un tema de moda (como el Plan Bolonia). En caso de que los medios consideren el acto susceptible de ser publicitado, lo presentarán parcialmente, mostrando la visión oficial sostenida por el poder y menospreciando las voces discordantes.

Aquel 18 de marzo se produjeron los hechos más deleznables y, sin embargo, más difundidos por los medios de comunicación. La mayoría de ellos describieron lo sucedido como una manifestación cualquiera, por ejemplo el diario El País, en su edición digital, titulaba así la noticia referida a estos hechos: "Nuevo enfrentamiento entre policía y 'anti-bolonia'". Los redactores de este periódico parecen olvidar una de las reglas fundamentales del periodismo: resaltar lo más importante, novedoso o impactante. Parece ser que la connivencia con el gobierno socialista (catalán y español) y los notables beneficios que su grupo cosechará con la implantación del EEES son suficientes como para acallar los graves disturbios ocurridos aquella noche, en la que los Mossos apalearon a un niño de 10 años, periodistas y estudiantes.

Otro periódico, este de cuño conservador, lejos de sancionar la violencia de los funcionarios armados, culpa a los manifestantes del alboroto sin hacer mención alguna a las cargas. Se trata de ABC, cuyo titular para la noticia fue: "Los 'antiBolonia' mantienen en el caos a Barcelona". Para redondear su labor de defensa ciega del sistema, el diario monárquico cierra la información dejando claro quienes son los únicos malos de esta película: "hasta en tres ocasiones los estudiantes han obligado a intervenir a la Policía autónoma". Para ABC no hay duda de que los Mossos se vieron obligados a actuar de la forma que lo hicieron, ya que en ningún momento condena su labor.

Los tres informativos de televisión más vistos en España (TVE, Antena 3 y Telecinco) contaron la noticia de forma heterogénea. Mientras que la cadena de Berlusconi se posicionó especialmente crítica con la represión policial, el audiovisual público y Antena 3 se alinearon más cerca de la visión oficial.


En el documento de TVE, emitido en el telediario de La 2 del 19/03, se aprecia una clara contradicción, no sabemos si inducida o por error. En la introducción a la noticia, la periodista informa de la rectificación de la dirección de los Mossos, que admite errores en la intervención policial (Periodista: "La policía autonómica ha asumido toda la responsabilidad por la carga policial y ha dicho que analizará lo sucedido para que no vuelva a aporrearse a nadie indiscriminadamente"), pero segundos más tarde, justo antes de finalizar el vídeo aparece el jefe de la policía autonómica, Rafael Olmos declarando exactamente lo contrario a lo antes promulgado (Olmos: "La actuación de los Mossos ha sido totalmente proporcional y adecuada a la situación"). Ese mismo día, en el informativo de La 1 se muestra la manifestación llevada a cabo durante la jornada en protesta por lo sucedido el día anterior. En la información se recogen primero dos testimonios de estudiantes que condenan tímidamente a la policía y, acto seguido, las declaraciones de Joan Saura, conseller de Interior, y del portavoz del SAT-UGT, sindicato de los Mossos d’Esquadra. Estas dos últimas voces justifican las acciones de los agentes y, sólo Saura admite que “hubo algunos errores, aunque los Mossos actuaron correctamente en la mayoría de los aspectos”. En líneas generales TVE no culpa en ningún momento a las fuerzas del orden como posibles iniciadores de los disturbios, y ni mucho menos realiza un ejercicio de crítica hacia sus cargas.

En la misma corriente se encuentra Antena 3, si bien es más crítico ya que centra más su información en los periodistas heridos, con la consecuente denuncia, bastante tímida, hacia la policía. "La actuación policial, con cargas cuando los manifestantes intentaban acceder a las Ramblas, se ha saldado con varios manifestantes heridos y con algunos fotógrafos también contusionados".

La única cadena de televisión que critica realmente las cargas policiales del 18 de marzo en Barcelona es Telecinco: "Los Mossos d'Esquadra han vuelto a cargar con dureza a los estudiantes que se han manifestado contra el plan Bolonia. Anoche, las protestas se saldaron con 60 personas heridas tras una brutal actuación de la policía autónoma catalana. Con golpes indiscriminados hirieron a estudiantes, transeúntes, periodistas e incluso algún niño". Las palabras “brutal” e “indiscriminados” aparecen aquí por primera y única vez en el espectro televisivo informativo. Telecinco no se deja arrastrar por la complicidad con las Fuerzas de Seguridad y se atreve a criticar abiertamente la labor policial, no sabemos con qué intereses, pero lo cierto es que ejerce oposición al resto de cadenas, que se limitan a presentar el hecho como unos nuevos disturbios provocados por radicales, si bien se ven obligadas a matizarlo debido al gran número de heridos no relacionados con la manifestación.

Uno de los medios de comunicación que se suponen más progresistas, como es La Sexta, es sorprendentemente la que más apoyo brinda a la actuación policial. En referencia a la manifestación y posterior ocupación del rectorado de la UB en noviembre de 2008, cuyo desalojo cinco meses después desencadenó todos los sucesos ya comentados, la cadena de Emilio Aragón critica duramente a los estudiantes por su actitud durante la protesta. "La manifestación se ha convertido en un espectáculo lamentable. Querían invadir las Ramblas pero se han topado con un cordón policial y se han liado a banderazos y empujones con los agentes. Sus protestas han terminado con una carga policial. Otros han llegado a acceder hasta la puerta del rectorado y la han emprendido a golpes". Sin lugar a dudas esta es la información que más claramente se alinea con el poder. Probablemente esto se debe a la complicidad existente entre el Gobierno de Zapatero y La Sexta. Así se demuestra que la afinidad de intereses se pone por delante de la objetividad periodística. Un medio de comunicación alternativo, que no tiene como fin el lucro económico sino la difusión de contrainformación, relataba así este mismo suceso: "Desde Plaza Catalunya los manifestantes han intentado pasar hacia las Ramblas, donde había un cordón de Mossos d'Esquadra. Estos, al verse desbordados por la gran cantidad de gente, han cargado de forma contundente contra los activistas, parando la marcha. Al final de la protesta 4.000 personas han llegado delante del rectorado de la universidad de Barcelona. Luego de desconvocar la manifestación, todos los estudiantes han entrado al edificio histórico, donde se encuentra el rectorado, de la Universidad de Barcelona bajo gritos de "Okupación"". Como vemos, las versiones difieren en cuestiones importantes como quiénes son los iniciadores de la violencia o la cantidad de personas que han participado en la ocupación del rectorado (La Sexta no aporta ninguna cifra, pero al decir “otros” hace ver que eran una minoría, mientras que la información de La Haine, el medio alternativo, habla de 4.000 personas, una cantidad nada despreciable).

Los medios de contrainformación también dieron una versión de los hechos muy diferente a la mayoría de los medios convencionales sobre lo que ocurrió el 18 de marzo de 2009 en Barcelona. Kaosenlared, por ejemplo, describe lo sucedido de manera parecida a Telecinco, hablando de cargas indiscriminadas, si bien describe con más exactitud los enfrentamientos: "La policía autonómica reprimió de forma indiscriminada a estudiantes, periodistas e incluso golpeó a transeúntes, entre ellos un niño de 10 años, cuya familia defendió de los golpes a un grupo de jóvenes. El casco antiguo de la ciudad condal se convirtió durante más de una hora en una batalla campal, con barricadas formadas con las mesas y sillas de los bares desde las que los estudiantes arrojaban piedras y basura a los policías, quienes avanzaban a golpes de porras".

En el medio alternativo La Haine fue publicada el 3 de abril de este año una carta de una estudiante de la UB, Nerea Miralles, que se encontraba dentro del rectorado en el momento del desalojo. En ella se incluyen escalofriantes testimonios sobre el maltrato policial que sufrieron los estudiantes. Nerea describe así su experiencia personal: "Las manos del Mosso que tenía detrás me rodearon el cuello y comenzaron a presionar cada vez mas fuerte; yo gritaba para que mis compañeros se diesen cuenta pero nada conseguí que saliese de mi garganta, y el oxigeno se me acababa, así que me solté y fui arrastrada por los brazos escalera abajo hasta la mitad, donde me dejaron en el rellano. Sentí muchas ganas de vomitar y las arcadas eran continuas tirada en el suelo. (...) Entonces me cogió por los brazos y la camiseta con la infortuna de que ésta se levantó hasta la cabeza y como era pijama me quedé totalmente desnuda de cintura para arriba. En esta situación fui arrastrada durante toda la segunda parte de las escaleras, con aproximadamente 20 mossos dispersados por todas partes presenciando la escena, hasta que me dejaron tirada en el suelo".

Casualmente ningún medio de comunicación de masas ha recogido íntegras declaraciones de las personas que estaban en el lugar y en el momento de los hechos. Simplemente se han dedicado a mostrar los acontecimientos como un enfrentamiento entre vándalos disfrazados de estudiantes y agentes de las fuerzas del orden que, para algunos, se han extralimitado en sus funciones. Se olvida investigar para sacar a la luz lo de verdad ocurrido, obviando explicar los métodos con que la policía trata a los reprimidos.

Con este trabajo comprobamos como los medios que se suponen de ideología socialdemócrata (El País, La Sexta) son los más críticos con el movimiento anti-bolonia y los más permisivos con las acciones de los Mossos. Quizá pueda deberse a su cercanía al partido que actualmente ostenta el poder, al que defienden a toda costa para no perjudicar sus intereses. Sin embargo, olvidan emitir información acorde con lo ocurrido, arrojando opiniones sesgadas por ese enfermizo apoyo al Gobierno. Si bien es cierto que todos los medios de comunicación convencionales están de acuerdo con el sistema de democracia parlamentaria, basado en el Estado de Derecho, cuyos defensores en las calles son las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad, no deberían perder la objetividad a la hora de explicar lo que pasa.

Jaime,

Junio de 2009

lunes, 7 de junio de 2010

Keny Arkana - Cinquieme soleil




No llores mi hermana porque portas el mundo
Noble es tu corazón, cree en ti y remonta
No escuches a los bastardos que quieren verte triste,
La misma Tierra Madre está mala, pero Tierra Madre resiste!
El hombre se ha construido su mundo, aprendiz de creador
Estropeó todo, sanguinario depredador...
Babilonia es muy grande pero nada en el fondo,
Una vulgar máscara, un perfume de ilusión,
Amaestradora de nuestros espíritus crédulos e ingenuos,
Condicionamiento masivo allí donde los nervios están vivos,
En la marcha y la rabia, bastión de los esclavos,
Juntos somos el mundo y el sistema no es nada,
Toma conciencia mi hermano, quédate cerca de tu corazón,
Desconfía del sistema asesino y mentiroso,
Aléjate del odio que nos salta a los brazos,
Humanidad humana, solo el amor nos salvará!
La verdad está nosotros, no olvides tu historia, no olvides tu misión,
Ultima generación que puede cambiarlo todo
La vida está con nosotros, no temas el peligro
Levantemos nuestras voces para no olvidar más,
Somos polvo de estrellas, a que esperas para brillar?
Recobremos la alegría, la ayuda mutua que nos eleve,
Un solo resplandor es suficiente para iluminar las tinieblas!

La única revolución posible está dentro de nosostros mismos. Para cambiar la sociedad, antes es necesario que todos nos demos cuenta de que por este camino solo podemos ir hacia la autodestrucción.


¿A qué esperas para brillar?

domingo, 30 de mayo de 2010

Internet, ¿control y vigilancia o alternativa y esperanza?

El documental que se expone a continuación trata sobre lo que significará para la humanidad el futuro de Internet. La idea de la web 2.0, es decir, la interconexión de los datos existentes en la red para facilitar su extracción y con ello aumentar su utilidad, ¿nos acerca más a un mundo transparente en el que la vida de los internautas queda expuesta impunemente ante los poderosos, o, por contra, facilita la creación de redes entre la sociedad civil que construyan espacios alternativos y libres de la influencia de los que ostentan el mando?

Debemos ser conscientes de la enorme potencialidad de esta herramienta que denominamos Internet. Puede ser la clave para facilitar el cambio hacia un mundo mejor en el que los ciudadanos de a pie puedan tomar definitivamente las riendas de sus vidas. No obstante, de momento el poder sigue en las mismas manos, e Internet está más cerca de significar una gran ojo vigilante que detecte a todo aquel que se aparta del camino marcado. Es por eso que nos preguntamos hacia qué lado se declinará la balanza, ¿será Internet un arma del establishment para perpetuar su posición de privilegio?¿o será utilizado por los internautas para crear una nueva sociedad ajena al rancio sistema existente?

La respuesta, mañana.

martes, 25 de mayo de 2010

Instantes

Sí pudiera vivir nuevamente mi vida, en la próxima trataría de cometer más errores. No intentaría ser tan perfecto, me relajaría más, sería más tonto de lo que he sido. De hecho, tomaría muy pocas cosas con seriedad. Sería menos higiénico, correría más riesgos, haría más viajes, contemplaría más atardeceres, subiría más montañas, nadaría más ríos. Iría a más lugares adonde nunca he ido, comería más helados y menos habas, tendría más problemas reales y menos imaginarios.

Yo fui una de esas personas que vivió sensata y prolíficamente cada minuto de su vida, claro que tuve momentos de alegría. Pero si pudiera volver atrás trataría de tener solo buenos momentos. Por si no la saben, de eso está hecha la vida, sólo de momentos, no te pierdas el ahora.

Yo era uno de esos que nunca iban a ninguna parte sin un termómetro, una bolsa de agua caliente, un paraguas y un paracaídas, si pudiera, volvería a vivir, viajaría más liviano.

Si pudiera volver a vivir comenzaría a andar descalzo a principios de la primavera y seguiría así hasta concluir el otoño, daría más vueltas en calesita, contemplaría más amaneceres y jugaría con más niños, si tuviera otra vez la vida por delante.... Pero ya ven, tengo ochenta y cinco años y sé que me estoy muriendo...

Borges

lunes, 12 de abril de 2010

La imagen de la policía

El pasado 8 de abril tuvo lugar el inicio de los derribos en el barrio valenciano de "El Cabanyal". La actuación policial fue objeto de controversia debido a la violencia empleada por los agentes contra los vecinos que se opusieron al paso de las excavadoras. Este acto de insumisión hacia la autoridad fue entendido por la clase dirigente de la ciudad del Turia como una afrenta, una sublevación frente al Orden. El Cuerpo Nacional de Policía, en colaboración con agentes locales, no dudó en llevar a cabo la misión de reducir a los rebeldes a cualquier precio. Sin importar que los manifestantes estuvieran desarmados y que sólo pretendieran defender la integridad de un barrio histórico frente a los intereses económicos de los especuladores, los miembros de la Unidad de Intervención Policial, más conocidos como "antidisturbios", actuaron. Así es la democracia en la que vivimos, donde el poder reside en la porra y en nombre del Orden se silencia cualquier voz discordante.
Sin embargo, contra lo que pudiera parecer, el arma más efectiva con que el Poder cuenta no son las porras ni las pistolas, ni siquiera los arsenales nucleares. El arma más codiciada es la homogeneización de individuos. Crear mentes que se adapten al sistema sin siquiera cuestionar por qué lo hacen. Conseguir que las personas asuman ciertos preceptos como si de principios universales e inamovibles se tratara. A lo largo de los últimos 150 años hemos asistido al mayor proceso socializador de la historia, las clases dirigentes de los primeros países del mundo han ido modelando las conciencias de los seres humanos de tal modo que acepten sin rechistar las condiciones que se les dan. No hay posiblidad de un cambio en las reglas del juego, nos conformamos con cambiar cada cuatro años las caras de quiénes nos manejan.

El mayor aliado del Poder en este gigantesco proceso ha sido la televisión. La "caja tonta", y los medios de comunicación en general, se afanan en convertir a los individuos en meros autómatas. Su condición de empresas con ánimo de lucro conlleva la búsqueda incesante de beneficio. Es por ello que los medios emplean todos sus recursos en alcanzar elevadas cifras de audiencia en vez de dedicarse a narrar la realidad de la manera más objetiva posible. Se prima la crónica rosa frente a la difusión de conocimiento, formando así a seres dúctiles y conformistas y evitando la proliferación de pensamiento alternativo.


Pues bien, Alfredo Pérez Rubalcaba, Ministro del Interior, y máximo responsable de las actuaciones de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, aparecía hoy en los medios de comunicación reprobando ligeramente los hechos ocurridos en El Cabanyal. Su comparecencia pública finalizaba con las siguientes palabras: "la imagen de la policía es importante y, por cierto, la imagen de la policía española es muy buena". Estas declaraciones no han podido sino recordarme un trabajo que realicé el año pasado sobre el tratamiento que los medios de comunicación dan a la policía. Bien es verdad que el caso que analicé tenía que ver con una manifestación en Barcelona y quien se ocupa allí de las labores represoras no es el CNP sino los Mossos D'Esquadra, pero me parece que el trabajo es bastante explicativo sobre cómo esa "muy buena imagen de la policía española" es proyectada por los medios y, por tanto, asumida por la gran mayoría de los ciudadanos.


Aquí se encuentra disponible el mencionado trabajo:
- “Bolonia se aplica a golpe de porra”


Jaime

viernes, 9 de abril de 2010

¿Por qué?

Recojo hoy un fragmento de la obra "Sinhué el egipcio", de Mika Waltari. Porque la curiosidad, la avidez de saber, es un requisito indispensable para la formación de seres libres e independientes. Porque nuestro conocimiento es el único arma que tenemos para luchar contra la manipulación. Cuestiónalo todo. Porque en la duda está la esencia de la verdad. Porque para encontrar la verdad hay que haber dudado antes. Comprúebalo tú mismo. Atrévete a pensar fuera de sus esquemas.

"Un día mis ojos se abrieron, me desperté como de un sueño y con el espíritu desbordante de alegría me pregunté: «¿Por qué?» Porque la temida clave de todo verdadero saber es la pregunta: «¿Por qué?» Esta palabra es más fuerte que la caña de Thoth y más poderosa que las inscripciones grabadas sobre la piedra.

 He aquí cómo ocurrió. Una mujer no había tenido hijos y se creía estéril porque había pasado ya de la cuarentena. Un día, sus menstruos cesaron y, atemorizada, acudió a la Casa de la Vida preguntándose si un mal espíritu habría penetrado en ella  empozoñando su cuerpo. Como está prescrito, tomé unos granos de trigo y los hundí en la tierra. Regué algunos granos con agua del Nilo y los otros con orina de la mujer. Puse todo aquello al sol y le dije a la mujer que volviese a pasar al cabo de algunos días. Cuando vino, los granos habían germinado; los que habían sido regados con agua del Nilo eran pequeños, mientras los demás estaban florecientes. Así lo que estaba escrito era verdad, como se lo dije a la mujer sorprendida.

-Regocíjate, mujer, porque en su misericordia el poderoso Amón ha bendecido tu seno y tendrás un hijo, como las demás mujeres benditas. La pobre mujer lloró y me dio un brazalete de plata que pesaba dos
deben. Pero en el acto me preguntó si sería varón, porque se figuraba que lo sabía todo. Reflexioné un momento, la miré a los ojos y le dije:

-Será un hijo.Porque las probabilidades eran las mismas y en aquellos tiempos tenía suerte en el juego. Estuvo todavía más contenta y me dio otro brazalete igual al primero.

Una vez se hubo marchado, me pregunté:«¿Cómo es posible que un grano de trigo sepa lo que ningún médico puede dilucidar antes de que los signos del embarazo sean perceptibles a la vista?» Entonces me decidí a hacer esta pregunta a mi maestro, pero éste se limitó a contestar: -Está escrito.

Pero aquélla no era una respuesta satisfactoria a mi porqué. Me decidí a consultar acerca de la maternidad al médico comadrón real, quien me dijo: -Amón es el dios de todos los dioses. Su ojo ve la matriz que recibe la semilla. Si permite la fecundación, ¿por qué no permitir que un grano germine en la tierra si se ha regado con el agua de la mujer fecundada?

Me dirigió una mirada de compasión como a un imbécil, pero su respuesta no me, satisfizo.Ahora mis ojos se abren y veo que los médicos de la Casa de la Vida conocían únicamente los textos y las costumbres, pero nada más. Porque si preguntaba por qué había que cauterizar una herida purulenta mientras se unta una herida ordinaria y se la cubre con un apósito y por qué el moho y las telarañas curan los abcesos, me respondían:-Así se ha hecho siempre.

De la misma forma el manipulador del cuchillo que cura tiene el derecho de practicar las ciento veintidós operaciones e incisiones que han sido descritas, y las ejecuta más o menos bien según su experiencia y habilidad; más o menos lentamente, ocasionando más o menos sufrimientos al enfermo; pero no puede hacer nada más porque sólo éstas han sido descritas.

Había gente que se adelgazaba y cuyo rostro se ponía pálido, pero el médico no podía descubrir enfermedad ni defecto. Y, sin embargo, estos enfermos recuperaban la salud si comían hígado crudo de las víctimas de los sacrificios pagando por él un precio elevado, pero nadie podía explicar el porqué; nadie se atrevía siquiera a preguntarlo. Otros tenían dolores de vientre, y sus manos y sus rostros se ponían ardientes; tomaban purgantes y calmantes, pero unos sanaban y otros morían sin que los médicos pudiesen decir de antemano lo que ocurriría. No estaba siquiera permitido preguntarse por qué. No tardé en darme cuenta de que hacía demasiadas preguntas, porque todos comenzaron a mirarme de soslayo y los camaradas entrados más tarde que yo pasaban delante de mí y me daban órdenes. Entonces fue cuando me quité mi vestidura blanca, me purifiqué y abandoné la Casa de la Vida, llevándome los dos brazaletes cuyo peso era de cuatro deben."


Jaime