En España parece que a todo cambio de Gobierno le debe seguir un cambio en las cúpulas de los medios de comunicación públicos. Una de las reivindicaciones más repetidas por los adeptos al nuevo Gobierno de Mariano Rajoy no es otra que el nombramiento de un nuevo presidente, ideológicamente afín, de la Corporación RTVE. Pese a no haber dado todavía este paso, debido a la compleja legislación aprobada en 2006 precisamente para evitar el maniqueísmo del ente público, el PP se ha apresurado a hacer ciertos cambios. Ayer conocíamos la designación de José Antonio Vera como nuevo presidente de la Agencia EFE. Hasta este momento, Vera ocupaba un alto cargo en el diario La Razón, de marcada tendencia (ultra)derechista, habiendo demostrado con creces su fidelidad al nuevo Presidente del Gobierno. También es conocido el sesgo de cadenas autonómicas como Telemadrid, Canal 9 o Televisión de Castilla-La Mancha. A los pocos días de su nombramiento, María Dolores de Cospedal puso al frente de esta última a Ignacio Villa, famoso polemista de la derecha mediática española.
Esta tendencia a amordazar los medios de comunicación en favor de una causa política no puede sino calificarse como antidemocrática. La pluralidad informativa es requisito indispensable para hacer efectiva la libertad de información, derecho fundamental recogido en la Constitución vigente. El Gobierno de turno debería permanecer al margen del trabajo periodístico desarrollado por los profesionales de los medios públicos. La participación del Estado en la financiación de RTVE o EFE no conlleva el derecho a la manipulación de los contenidos por parte de los efímeros gestores elegidos por el pueblo. La labor de los periodistas debe permanecer independiente a las presiones del poder. Sólo así los ciudadanos pueden estar seguros de que la información que reciben no peca de tergiversación partidista. La solución no pasa, sin embargo, por la privatización. De sobra es conocida la tendencia de los medios de comunicación privados al amarillismo. Cuando prima la obtención de beneficio económico, la calidad de la información es descuidad en pos de engordar las cifras de audiencia. Se llenan así los informativos de noticias banales, convirtiendo las noticias en una mezcla de vídeos de Youtube y prensa del corazón. Es por ello que los medios públicos son necesarios -por permanecer al margen del mero criterio economicista-.
Tristemente, en España no parecer caber término medio. Titularidad pública parece sinónimo de derecho a la manipulación. Bien lo han demostrado los Gobiernos que hasta ahora hemos sufrido. Tanto Felipe Gonzáles como Aznar hicieron de la televisión pública un altavoz de sus intereses. Especialmente flagrante fue el paso de Alfredo Urdaci por TVE. No obstante, la ley 17/2006 reformó la estructura de RTVE convirtiendo al ente público en una corporación. Con el fin de acabar con el maniqueísmo, la ley establece el control parlamentario de los informativos y la elección por mayoría cualificada de sus directivos. Y parece que funciona: en 2009 los informativos de TVE fueron nombrados los mejores del mundo, por delante de prestigiosas cadenas como la BBC o la CNN. Sin embargo, estos hechos no parecen persuadir al nuevo Gobierno. Constantes han sido los rumores sobre los nuevos mandatarios de la cadena pública. Nombres como Eduardo Zaplana –ex Ministro de Aznar- o Paco Marhuenda –actual director de La Razón- han salido a la palestra como posibles presidente y director de informativos, respectivamente.
Lo cierto es que los Gobiernos de turno en España deberían dejar de concebir los medios de comunicación públicos como máquinas al servicio de su propaganda ideológica. Garantizar la independencia de los periodistas es cuestión principal en una democracia real. Muy acostumbrados estamos a escuchar quejas sobre las “repúblicas bananeras” de Latinoamérica. A nuestros políticos se les llena la boca menospreciando la calidad democrática de países como Venezuela, Ecuador o Argentina. No parecen, sin embargo, fijarse en la biga que inunda el ojo propio. ¿Será que para el resto del mundo España es un “reino bananero”?
@jaimegsb
Muy bueno. Te ha faltado el último intento perpetrado por PP y PSOE para involucrarse en los contenidos literalmente de los periodistas de RTVE, teniendo acceso al programa de edición que utilizan en la redacción. Aquella vergonzosa acción es un ejemplo más de la concepción que tienen los Gobiernos de los medios públicos.
ResponderEliminarPD: lo de Felipe Gonzáles me hace suponer que estás más cerca de Latinoamérica de lo que crees jaja.
Gracias Víctor. Seguro que se me han olvidado un montón de detalles que ratifican la obsesión de los partidos mayoritarios por hacerse con el control de RTVE.
ResponderEliminarEsta mañana Hermann Tertsch ha publicado el tweet perfecto para esta entrada:
"La mayoría de Gobierno puede cambiar mañana mismo la ley y poner fin a la payasada del pueblo socialista de Asterix que está montando RTVE", @hermanntertsch.
Es un ejemplo perfecto de a lo que me refería al comenzar el artículo. La derecha (extrema) española no hace más que pedir una y otra vez el cambio en RTVE. Lo paradójico, es que periodistas como Tertsch, en vez de reclamar una televisión pública de calidad e imparcial, declaran sin tapujos su odio al PSOE y exigen a Rajoy que designe un consejo de administración afín.
En fin, muy triste.