lunes, 25 de junio de 2012

De Asunción a El Cairo: resistencias a una época de cambios


Semana convulsa en el mundo la que finalizó ayer. Golpes de Estado encubiertos, vuelcos electorales, cazas derribados o enfermedades inoportunas, nada ha faltado en la actualidad de los últimos días.

Lo más relevante: la extraña evolución de los hechos en Egipto. En la semana del recuento electoral, el Ejército disolvió el Parlamento y redujo los poderes del Presidente, a la vista de que el candidato continuista Shafik podría ser superado por los Hermanos Musulmanes. Todo ello aderezado con la incertidumbre de la posible muerte de Hosni Mubarak, dictador egipcio derrocado por la Primavera Árabe. Finalmente, y contra el pronóstico de muchos, ayer se anunció oficialmente la victoria del islamista Mursi. Egipto, país clave en las relaciones de poder en Oriente Medio, será por primera vez gobernado por los Hermanos. Sigue así los pasos de otra potencia local, Turquía, tantas décadas definida por su Estado laico, y desde hace nueve años dirigida por un líder islamista moderado. El nuevo Presidente egipcio se ha apresurado a declarar su intención de gobernar “para todos los egipcios” y se ha comprometido a respetar los acuerdos internacionales vigentes. Ello debería tranquilizar a Israel, siempre alerta ante los procesos de cambio en los países de su entorno. Israel y Egipto tienen un acuerdo de paz desde 1978, y su mantenimiento es vital tanto para la estabilidad regional como global. La celebración de la victoria de Mursi en la Franja de Gaza es un síntoma del posible cambio de roles en el enquistado conflicto palestino-israelí.

(Klaus Kondrup, Global Polity 3)

No obstante, la victoria islamista en Egipto no ha sido la única noticia que ha sacudido Oriente Medio esta semana. El viernes, un avión militar turco fue derribado en las inmediaciones de Siria. El caza vulneró el espacio aéreo sirio y acabó siendo destruido por las fuerzas de Al-Assad. El incidente, muy probablemente, no pasaría de mero conflicto de poca importancia de no ser por la turbulenta situación que vive Siria. Las condenas internacionales a la violencia ejercida por el Gobierno se han ido incrementado en los últimos meses. Países como España hace tiempo que retiraron a su embajador de Damasco. Las tensiones con Turquía han sido mayores, debido al intenso flujo de refugiados sirios que cruzan la frontera en dirección al país otomano. Como consecuencia, el Gobierno de Erdogan ha decido notificar el suceso a la OTAN, organización de la que Turquía forma parte, y al Consejo de Seguridad de Naciones Unidas. Teniendo en cuenta las continuas advertencias de Estados Unidos a Al-Assad, el incidente del caza turco podría erigirse en motivo de intervención militar. Si bien no parece que Rusia y China vayan a cambiar su posición de respeto a la soberanía siria, Occidente podría haber encontrado ahora una razón para actuar unilateralmente en el conflicto interno sirio. De momento, Turquía no ha invocado el artículo 5 de la Alianza Atlántica, que permite a los países miembros reclamar ayuda militar de sus aliados frente a una agresión de un tercer Estado. No hace falta recordar las posibles consecuencias que una guerra en Siria podría provocar. Sólo mencionar algunos países implicados -como Irán, Israel, Rusia o Estados Unidos- puede darnos una idea del potencial desestabilizador del polvorín sirio.

No muy lejos de Turquía, en la casa de su vecino y más tradicional rival militar, también se viven tiempos revueltos. Grecia, paradigma de la crisis del euro, por fin tiene nuevo Gobierno. El conservador Samaras venció en las elecciones del pasado domingo y ha sido capaz de formar Gobierno gracias al apoyo parlamentario de PASOK y DIMAR, dos partidos de centro izquierda. SYRIZA, la izquierda radical griega, se quedó a las puertas de una histórica victoria que hubiese culminado su meteórico ascenso político de los últimos meses. Circunstancias del destino, el nuevo Primer Ministro griego ha sufrido un desprendimiento de retina poco después de su victoria electoral. Los malintencionados verán un paralelismo con la ceguera política demostrada por el líder de Nueva Democracia a la hora de someterse servilmente a la troika, en vez de tratar de imponer condiciones dignas para su pueblo. En cualquier caso, Samaras se perderá la importantísima cumbre europea de esta semana, quedando ésta descafeinada sin la presencia del nuevo gobernante del país que podría acabar con el proyecto comunitario.

(Stratfor 2011)
Por si lo analizado hasta ahora no fuera suficiente, la actualidad semanal nos obliga a cruzar el charco. Paraguay, ese pequeño país latinoamericano hostigado por una historia cruel, ha sufrido un golpe de Estado maquillado de legalidad. El hasta ahora Presidente Fernando Lugo fue depuesto de su cargo tras un “juicio político”. El Senado paraguayo inició este proceso contra el Jefe del Estado por encontrarle responsable de la muerte de 17 personas en un choque entre campesinos y policías. En apenas 24 horas se llevó a cabo el “juicio”, que acabó con la destitución de Lugo y el nombramiento de Federico Franco como nuevo Presidente. Huelga decir que en tan ínfimo espacio de tiempo ni se pudo llevar a cabo una investigación minuciosa de los hechos, ni Lugo puedo defenderse con suficientes garantías. El líder socialista y ex obispo aceptó en un principio la decisión del Senado, aunque no ha dudado de tildarlo “golpe de Estado express”. Lo cierto es que el nuevo Gobierno del liberal Franco se enfrenta a un panorama internacional hostil. Ningún país vecino ha reconocido al nuevo Ejecutivo. Organizaciones regionales como Unasur, Mercosur o la OEA han rechazado la legitimidad de Franco. Este dato es de extrema importancia debido a la gran dependencia que la economía paraguaya tiene de sus vecinos, especialmente del gigante Brasil. La condena de Dilma Roussef no ha sido tan vehemente como la de Cristina Fernández, Hugo Chávez o Rafael Correa, pero Brasilia ha llamado a consultas a su embajador en Asunción y ha expresado a través de Mercosur “su más enérgica condena a la ruptura del orden democrático acaecido en la República del Paraguay, por no haberse respetado el debido proceso”. En definitiva, el país guaraní vive momentos de crisis: la izquierda se ha echado a las calles, la policía ha tomado la sede de la televisión pública y la Iglesia Católica ha mostrado su apoyo a Franco. Lugo, mientras tanto, acudirá a la cumbre del Mercosur esta semana. El nuevo Gobierno necesita apoyo internacional para afianzar su posición interna. Ante el rechazo de sus vecinos, muy posiblemente buscará el auxilio de Washington.

Esta ha sido la semana, cargada de intrigas en el escenario internacional. El orden mundial vive momentos de crisis. La catástrofe financiera en Occidente ha afectado a todo el globo. Las crisis sociales se suceden, y éstas se transforman en cambios políticos. Ya lo vimos hace una década en América Latina, donde el negro rastro dejado por el FMI preparó el caldo de cultivo para transiciones políticas en toda la región. Lo estamos viendo ahora en los países árabes, donde la crisis económica y las ansias de libertad forzaron la marcha de dictadores y el establecimiento de nuevos sistemas democráticos. También en Grecia, y quizá pronto en el resto de la periferia europea, los partidos tradicionales se descomponen paulatinamente, dejando paso a nuevas fuerzas políticas. No obstante, en etapas de cambio siempre hay actores que luchan por conservar el orden previo. En Egipto, el Ejército, muy influenciado por EEUU, se resiste a ceder el poder. En Siria, la superpotencia se presenta como libertadora del pueblo sirio oprimido, aunque en realidad su interés geopolítico oculto sea la contención de sus rivales Rusia, Irán y China, a la par que la defensa de su aliado Israel. En Grecia, el poder financiero estadounidense, alemán y francés se juega 100.000 millones de euros. Demasiado dinero como para arriesgarlo frente una posible victoria de la izquierda radical, que propone auditar la deuda y pagar sólo aquella parte que sea legítima. Por ello, el Financial Times ya se aseguró de asustar a los griegos y pedir abiertamente el voto contra SYRIZA. Por último, en Paraguay se ejemplifica la ofensiva de la clase dirigente latinoamericana, que se revela contra la voluntad popular de reformar la sociedad. Paraguay, el país con la distribución de tierras más injusta del continente, sufre un golpe político conservador. Teniendo en cuenta la historia reciente de EEUU, no sería de extrañar que sus servicios de inteligencia estuvieran involucrados en esta ruptura institucional en un país de su “patio trasero”. Sea como fuere, el mundo se encuentra en un proceso de cambio, y es difícil que nadie pueda pararlo. Ni siquiera la superpotencia hegemónica.


domingo, 17 de junio de 2012

Cierra Bankia

 Madrid. Seis días después del anuncio de Mariano Rajoy del "no rescate" a España. Seis días después de la apertura de una "línea de crédito europea" para recapitalizar las entidades bancarias españolas con problemas. Miles de personas se reúnen para marchar sobre la sede de Bankia, probablemente el banco español peor gestionado desde el estallido de la crisis. Hartos de pagar siempre los platos rotos por los incompetentes y corruptos gestores, ciudadanos indignados recorren las calles de la capital para mostrar su rechazo a la flagrante injusticia que todos sufrimos. Bancos rescatados, pueblo desahuciado. Los mismos bancos que llevaron a la economía al abismo debido a su irresponsable fiesta de hipotecas basura, son ahora auxiliados por el Estado. Un Estado que, pese a representar a la colectividad de la población nacional, parece defender sólo a esa insginificante minoría que ha llevado al país entero al colapso. Un Estado que, aún financiado por los impuestos pagados por todos los ciudadanos, utiliza sus fuerzas del orden para silenciar a las mayorías que protestan frente a la usura de la banca y a las corruptelas de la oligarquía política. Un Estado corrupto. Una economía corrupta. Un pueblo... que se resiste a corromperse.

Queda esperanza. Queda el pueblo consciente. Queda Syriza.


Fotos de Eduardo Holland:









Fotos de Jaime Giménez:










jueves, 14 de junio de 2012

Elecciones en Grecia: la visión de un joven griego

Andonis, interpelando a la Primera Ministra de Dinamarca
Antonios Alexandridis, Andonis para los amigos, es un griego atípico. Luce melena rubia y habla un inglés impecable. Ha vivido los últimos años lejos de su casa familiar de la isla de Creta. Siguiendo las raíces de parte de su familia, Andonis cambió la calidez del Mediterráneo oriental por los hirvientes geiseres islandeses. Tras unos años en la isla atlántica decidió continuar sus estudios en el Báltico: Copenhague fue su nuevo destino, donde por ahora permanece, a la espera de finalizar su formación en Antropología. Pese a haber recorrido Europa saltando de isla en isla y de mar en mar, Andonis nunca ha perdido de vista lo que sucedía en su tierra natal. Y menos ahora, con la crítica situación que experimenta la antigua Hélade. Andonis ya fue protagonista en este blog cuando realizó una pregunta comprometida a la actual Primera Ministra danesa, en presencia de José Manuel Durão Barroso. Ahora, Andonis vuelve para contarnos cómo percibe la evolución de los hechos en Grecia y, en especial, para comentar las importantísimas elecciones que allí tendrán lugar este mismo domingo.


PREGUNTA: El próximo domingo 17 de junio se celebran de nuevo elecciones en Grecia. Según las encuestas, Syriza se postula como ganador. ¿Crees que una victoria de Alexis Tsipras daría un giro radical a la política griega? ¿Confías en su promesa de no aceptar las condiciones del rescate impuestas por la troika y negarse a pagar la deuda en caso de no alcanzar un nuevo acuerdo con la Unión Europea y el FMI?

RESPUESTA: Sí, por supuesto que existe la posibilidad de que Syriza sea el partido más votado el domingo. No obstante, es poco probable que alcance el límite necesario del 36% para conseguir mayoría. Esto significa que Syriza necesitará hacer una coalición para gobernar, probablemente con DIMAR (Izquierda Democrática), dado que el KKE (Partido Comunista) se niega a aliarse con el resto de la izquierda. La coalición con DIMAR daría como resultado un giro a la derecha en las políticas de Syriza. Esto disminuiría la tensión entre el hipotético Gobierno de izquierdas griego y las instituciones europeas y, como resultado, probablemente facilitaría un mejor entendimiento con la troika.

P: El sistema de partidos griego parece haber colapsado tras las elecciones de mayo. Los dos partidos mayoritarios, especialmente el PASOK (Partido Socialista), han sufrido una espectacular pérdida de votos. ¿Crees que Nueva Democracia y PASOK volverán al Gobierno tras la crisis, o su futuro en la política griega está acabado?

R: No soy un profeta, pero imagino dos escenarios posibles tras las elecciones del 17 de junio. El primero supondría la formación de un Gobierno PASOK-ND-DIMAR. Esto provocaría más cólera en los griegos debido a la más que posible decepción, especialmente en los votantes de DIMAR, que son antiguos simpatizantes del PASOK, y que confiaban en un nuevo “partido europeísta de izquierda real”. En mi opinión, un Gobierno como ese no duraría mucho debido a las contradicciones internas (entre los partidos y dentro de ellos) y porque tendría que tomar nuevas medidas rápidamente a la vista del fracaso de las recetas de la troika. La desintegración de este posible Gobierno, podría conllevar la desaparición de partidos como PASOK o DIMAR, pero no así la de Nueva Democracia. ND es un reducto fuerte de la derecha griega que reúne a conservadores, neoliberales e, incluso, elementos neofascistas. Ya sea bajo el liderazgo de Samaras o de Mpakogianni, ND continuará siendo el punto de encuentro para la derecha griega. El segundo escenario posible se produciría con la victoria de Syriza. Si Tsipras consigue formar Gobierno, me temo que será acusado por todo lo malo que ocurra en el país, sea a o no sea Syriza el responsable. Si Syriza no maneja bien la situación, podría hundirse. Dejaría espacio, así, para que las fuerzas políticas que llevaron a Grecia a la situación actual se reorganizaran y contratacaran, con la ayuda, por supuesto, de los medios de comunicación.

P: La percepción desde fuera es que las cosas están empeorando cada vez más en Grecia. Los medios de comunicación extranjeros presentan un país sumido en el caos. ¿Es la situación tan catastrófica como nos cuentan?

R: La situación en Grecia es muy complicada. Mientras la gente pierde su trabajo o ve sus salarios y pensiones reducidas, los precios en los supermercados siguen igual. La gasolina sube cada vez más. Existe un enfado general. Depresiones y suicidios se multiplican por doquier. Si algo no cambia, me temo que la depresión se transformará en sumisión. El pueblo griego ha estado luchando durante años sin resultados contra esta situación que nos acerca cada vez más a un callejón sin salida. Por ello, necesitamos la solidaridad de los movimientos de izquierda europeos. No podemos cambiar Europa solos. Tampoco podemos cambiar radicalmente nuestro país sin el apoyo de los movimientos sociales y sindicales de otros países de la UE. España también debe resistir a la ola neoliberal que está empobreciendo nuestras sociedades, socavando la calidad democrática y precarizando las condiciones laborales.

P: Una encuesta reciente mostró que el 49% de los alemanes quiere que Grecia abandone la Eurozona. ¿Crees que la UE es todavía viable, teniendo en cuenta la gran grieta existente entre el Norte y el Sur, tanto en términos económicos como políticos, sociales y culturales?

R: Claro, los alemanes quieren expulsarnos del Euro. Pero si creen que manteniéndonos dentro nos están haciendo un favor es que se están engañando a sí mismos. El dinero que están poniendo para “salvarnos” se transfiere directamente a los bancos  para pagar la deuda (una deuda que no hemos creado nosotros, la gente corriente), y para beneficiar a las empresas alemanas (véase el gasto militar, el escándalo Siemens, la construcción de autopistas). La mitología creada por los medios de comunicación para legitimar la privatización del Estado griego (los trabajadores griegos son vagos, evasores de impuestos, etc.) está siendo desmentida por los indicadores que muestran que Grecia está entre los países con más horas de trabajo a la semana (por ejemplo, en Dinamarca se trabajaba 7 horas al día hasta hace dos años) y que, aunque el fraude fiscal sea alto en Grecia, no es suficiente para explicar la desorbitada deuda.  Ese 49% de alemanes que quiere a Grecia fuera de la Eurozona debería convencer a su Gobierno para que deje de dar dinero a Grecia para salvar a los bancos y presionar para que se investiguen las verdaderas causas de la deuda griega. Además, deberían exigir que se condone la parte de la deuda que no fuera utilizada para el beneficio del pueblo griego. Esto es lo que yo llamo solidaridad. ¡Pagar a los bancos en nuestro nombre mientras se presiona para que caigamos, no lo es!

P: Si finalmente Grecia abandona la Unión Europea, ¿qué podría ocurrir? ¿Crees posible un golpe de Estado militar para restaurar el orden y neutralizar a la izquierda radical?

R: Grecia no abandonará la Unión Europea ni será expulsada de ella. Esta posibilidad no está prevista en los estatutos de la Unión. Si la situación se va de las manos, siempre existe la posibilidad para los actores dominantes de crear caos y “violencia incontrolable” para propiciar la intervención exterior en beneficio del “pueblo”. Hemos visto esto muchas veces a lo largo de la historia. Y, dado que Grecia está ahora oficialmente en la periferia de la UE, podría convertirse en el campo de batalla para solucionar los problemas económicos y políticos y también para dar ejemplo al resto de Estados en problemas.

P: Tras los disturbios de 2008 en Grecia, quedó clara la fortaleza del movimiento anarquista griego en ciudades como Atenas o Tesalónica. ¿Qué papel pueden jugar los anarquistas en esta situación de crisis? ¿Votarán a Syriza para expulsar a los partidos pro-austeridad del Gobierno?

R: Los anarquistas griegos están divididos. Por un lado, están los más ortodoxos, que se niegan a votar en las elecciones. Por otro lado, hay un sector que, pese a rechazar el sistema parlamentario representativo, entiende la gravedad de la situación. Muchos de ellos, aun sin ser excesivamente optimistas sobre lo que Tsipras pueda hacer en el Gobierno, votarán por Syriza. Después de todo, es Syriza quien provee a los anarquistas de apoyo legal en las calles.

P: ¿Qué opinión te merece la irrupción de Amanecer Dorado tras las últimas elecciones? ¿Por qué este partido neonazi ha obtenido estos grandes resultados? ¿Crees que pueden seguir aumentando sus votos y convertirse en un partido mayoritario en los próximos años?

R: Desafortunadamente, la izquierda griega parece estar más centrada en el aumento de Amanecer Dorado que en el ascenso de la izquierda en las últimas elecciones. Como comenté antes, ND es un paraguas para los neofascistas griegos. El voto de Amanecer Dorado se compone básicamente de antiguos votantes de LAOS y de decepcionados con ND. Visto el ascenso de Syriza, muchos votantes de Amanecer Dorado volverán a ND para evitar la toma del poder por parte de los comunistas. Por ello, espero que sus números caigan. Para evitarlo, ellos tratan de estar continuamente en el centro del ojo mediático, sobre todo por medio de acciones violentas, desde ataques a inmigrantes hasta peleas en platós de televisión. Creo que existe un elemento de extrema derecha en la sociedad griega, y éste se expresa a través de Amanecer Dorado. Sin embargo, no tiene suficiente fuerza como para convertirse en actor principal de la política griega. Cuando ND vuelva a necesitar sus votos, Amanecer Dorado perderá su fuerza.

P: Hace unos años viviste en Islandia. Allí se produjo una “revolución”. Los islandeses salieron a la calle a protestar y consiguieron expulsar al Presidente, sentarlo en el banquillo de acusados junto a los banqueros, renunciaron a pagar la deuda, y están rescribiendo la Constitución. ¿Podrías explicarnos cómo viste estos acontecimientos? ¿Ves posible algo similar en países como Grecia o España?

R: Aquello no fue realmente una revolución, pero sí fue un gran paso para los islandeses. Se manifestaron cada sábado durante todo un invierno y fueron capaces de juzgar al ex Primer Ministro, aunque más tarde fuera hallado no culpable. La nota característica de Islandia es que es un país tan pequeño que los ministros del Gobierno viven a pocas calles de tu casa. En este sentido, me parece que los islandeses tiene un control más directo sobre sus políticos, y éstos son conscientes de que se enfrentarán cara a cara con las consecuencias de sus decisiones. Esto no es posible en Grecia o España, dónde los que toman las decisiones viven mental y espacialmente separados, en un mundo social diferente, aislados de la gran mayoría de los ciudadanos. Esta es la razón por la que las continuas manifestaciones y revueltas en Grecia y en España no son consideradas como “revoluciones”. Lo que es pequeño para nosotros, es grande para los islandeses.

P: Por último, hablemos de España. ¿Qué te parece el movimiento de los Indignados? ¿Piensas que sus tácticas (asamblearismo, acción directa no violenta, etc.) son útiles para conseguir resultados palpables? ¿Es España la próxima Grecia?

R: ¡Eso espero! Me encantaría ver a los españoles resistiendo contra la austeridad y trabajando con los griegos para crear la “Unión Europea de los pueblos”. Pero esto no ocurrirá con movimientos como el de los Indignados. Sí, los Indignados dieron un gran paso sacando a la gente corriente a las calles, participando en procesos de decisión con mecanismos de democracia directa y creando un espíritu colectivo. Además, facilitaron que la gente abriera los ojos frente a la brutalidad policial y al comportamiento del sistema cuando éste se ve amenazado. Pero los Indignados no tienen una agenda política. No saben cómo van a tomar el poder ni lo que harían con la economía. Es como si les diera miedo contestar a esas preguntas. Esta es la razón por la que ya han desaparecido en Grecia, ahora que la discusión se centra sólo en política. De todas formas, me complace la aparición de este movimiento. El incremento de votantes anti-austeridad se debe en parte a ellos. No obstante, poco más de un año después de su aparición siento que ya estamos hablando de historia.


Antonios Alexandridis es estudiante de Doctorado de Antropología en la Universidad de Copenhague.



martes, 12 de junio de 2012

Copenhague


Un año en Copenhague, ¿cómo describirlo? Muchas ideas vienen a mi cabeza. Amistad, experiencia, cultura, intercambio, aprendizaje, descubrimiento y, cómo no, frío. Personas de todo tipo y color se han cruzado en mi camino en los últimos meses. Este año he vivido situaciones increíbles, pero también otras horribles. He probado el amargo sabor de la muerte. Pero también el dulce aroma del cariño. He conocido a personas tan valiosas que, tras la despedida, dejan un vacío interior difícil de reparar. El alivio de saber que tarde o temprano nuestros caminos volverán a cruzarse no sirve de consuelo en el momento del adiós. No obstante, tras un periodo de reflexión, la certeza del próximo rencuentro facilita la vuelta a la normalidad. Al fin y al cabo, este año no ha sido sino un paréntesis. Un agujero negro en nuestras vidas a través del que, coincidiendo en tiempo y lugar, hemos tenido la oportunidad de enriquecernos mutuamente. Al paréntesis no le sigue un punto y final. Nos quedan muchas líneas por escribir juntos. No importa dónde, no importa cuándo. Lo fundamental es que el camino no acabó entre Nørrebro y Amager. A todos vosotros, gracias.