Madrid. Seis días después del anuncio de Mariano Rajoy del "no rescate" a España. Seis días después de la apertura de una "línea de crédito europea" para recapitalizar las entidades bancarias españolas con problemas. Miles de personas se reúnen para marchar sobre la sede de Bankia, probablemente el banco español peor gestionado desde el estallido de la crisis. Hartos de pagar siempre los platos rotos por los incompetentes y corruptos gestores, ciudadanos indignados recorren las calles de la capital para mostrar su rechazo a la flagrante injusticia que todos sufrimos. Bancos rescatados, pueblo desahuciado. Los mismos bancos que llevaron a la economía al abismo debido a su irresponsable fiesta de hipotecas basura, son ahora auxiliados por el Estado. Un Estado que, pese a representar a la colectividad de la población nacional, parece defender sólo a esa insginificante minoría que ha llevado al país entero al colapso. Un Estado que, aún financiado por los impuestos pagados por todos los ciudadanos, utiliza sus fuerzas del orden para silenciar a las mayorías que protestan frente a la usura de la banca y a las corruptelas de la oligarquía política. Un Estado corrupto. Una economía corrupta. Un pueblo... que se resiste a corromperse.
Queda esperanza. Queda el pueblo consciente. Queda Syriza.
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