Leyendo la primera parte de "La forja de un rebelde", la autobiografía de Arturo Barea, me he encontrado con un pasaje interesante. El texto que he seleccionado corresponde al año 1911, cuando el autor tenía apenas catorce años. Barea describe las condiciones de trabajo en un reputado banco internacional al que acababa de entrar a trabajar. Curiosamente, la situación para los "chicos" no parecía muy distinta a la que vivimos muchos jóvenes en la actualidad. Hace un siglo, las prácticas no remuneradas como método de aprendizaje e inserción en el mercado laboral también estaban a la orden del día. El joven Barea narra su diálogo con un veterano empleado del banco, en una discusión que bien podría repetirse en la actualidad en cualquier centro de trabajo español. "¿Es aprendizaje? Es la explotación sistemática del chico. Está muy bien estudiada". Cien años después, seguimos en las mismas.
Fragmento de "La forja", primera parte de "La forja de un rebelde" (BAREA, Arturo. Barcelona: De Bolsillo, 2008. Págs. 246-247 y 249-250):
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