Desde que la autoridad puso su aguijón en el cerebro humano, despertó la guerra social. Desde que hay esclavos del orden, hay quienes lo combaten. ¿Acaso el amargo sabor de esta vida que nos imponen no merece la guerra? El hambre, la explotación, la discriminación y la marginación ¿no merecen la guerra? El poder que tortura y somete a todo ser viviente en cada rincón de esta tierra para prolongar su bienestar y despotismo, ¿no merece la guerra? Esta guerra, la nuestra, es en contra de la civilización que despojó a los pueblos de sus tierras y su historia, que esclavizó, asesinó y martirizó en nombre de Dios y su maldito dinero; contra quienes se repartieron el mundo con nosotras dentro, creando fronteras, cercando selvas y montañas, apropiándose de ríos y mares hasta llegar a los cielos que también tienen dueño; contra el maldito reloj, que nos condena a repetir tortuosamente cada minuto en estas gigantescas prisiones que llamamos ciudades, sentenciándonos a trabajar para consumir su tecnología innecesaria. Guerra contra la culpa, las rejas y todo sistema carcelario que termina con la dignidad y la vida. Guerra a este Estado de control, que con los traidores militarizados nos sumergen en la cultura del terror. A los que apoyan y sustentan toda esta farsa. Al patriarcado, al hombre y su ley basado en la inteligencia manipulada. Guerra a nosotras mismas, que es la más difícil.
En todo momento, en todo lugar esto es lo que nos tocó vivir, este suplicio que nos atormenta. La pregunta, simplemente ¿por qué? Esta es la rabia que masticamos, la impotencia, que nos cierra el puño y nos hace desobedecer. La sublevación al orden establecido es la guerra de la que hablamos. Generando revueltas a lo cotidiano, conspirando para la insurrección, atacando y desapareciendo, así estaremos, siempre anónimos, soñando y luchando por la libertad. Porque mientras perdure el poder y la autoridad, habrá quienes resistan y combatan su existencia.
El tiempo corre muy rápido, el mundo gira al ritmo del hombre, el dinero y su ley lo rige todo y la dignidad se pierde como trozos de papel. Estamos envenenados por la codicia, enfermos de consumo y de televisión, encerradas en pequeños mundos, viviendo en esta realidad perfectamente creada. Crimen y castigo se respira y así somos criadas y educadas y esclavizadas y torturadas por las rutinas. Trabaja produce, consume y muere. TRABAJA PRODUCE, CONSUME Y MUERE.
Fuimos mutilados del amor, la historia, la consciencia y la iluminación con pequeños placeres impuestos que sólo marcan sonrisas de momentos y así hoy despertamos en esta cárcel mal llamada vida, abrimos los ojos y sentimos que somos dueños de nuestros pasos, del camino que nos hacemos, desobedecemos, cuestionamos, crecemos, nos quitamos su maldita cultura, nos reeducamos, nos empezamos a mirar a los ojos y hacernos sinceros entre nosotros y nosotras.
¿Seremos capaces de usar los espejos con un sentido crítico? ¿Seremos capaces de mirarnos a los ojos y decirnos nuestras verdades y terminar con tanta hipocresía? Dejar de mentirnos a nosotros mismos es el paso más difícil de todos, hacernos cargo de nuestras vidas y de lo que queremos hacer con ella. Ahí empieza la revolución, el cambio, el paso a paso con lo que nos rodea, demostrando lo que somos, cómo somos y hacia donde vamos. Hablando con el corazón sin esperar nada a cambio. Sólo ser vos misma, como tú te has creado. Un ser consciente, coherente y consecuente con vos misma y con tu idea. Porque el capitalismo te da oportunidades en la vida, pero la anarquía te da la vida misma. Por eso hoy sólo decimos que somos lo que hacemos para cambiar lo que somos. Protesta y sobrevive con amor y rabia.
por fin infouni nos cuenta algo interesante!! menos mal ke se expulsó de la administracion a cierto miembro...
ResponderEliminarVISITA COSTRATAQUE!